21 de febrero de 2008

Rojo discreto

Miles de almas de condenados
bordaron para tí
aquel bello abrigo de sangre.
Miles de almas de condenados
tiñeron para tí
el manto sacro donde postrarte.


Tú, perla sucia,
mueres por fin
aunque sea por un finito instante:
¡nunca pagarás tu deuda
con quien se ofrece a alimentarte!


No llores mas,
te mataré.
Jamás nadie podrá saciarte.
Dejarás esa molesta luz
y en el abismo podré saborearte.


Te extinguiré, en silencio
para oir tus huesos perforarte.
No morirás, suplicarás
por el don que gozaré negarte.

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