17 de mayo de 2014

Prosaverso del viajero


Soy el peor tomador de decisiones,
el más irracional entre los humanos,
y también entre los que no son humanos.
Es mi pecho el que dicta mis infames desaciertos,
el que se ha apoderado de mis corazonadas.
Soy mercader de recuerdos,
de aturdidas experiencias que no tuvieron antesala tangible.
Llevo desolación, tristeza, melancolía y atardeceres
del sur al norte,
llevo coraje, noches oscurísimas, amor y sangre
del norte al sur.
No soy el típico viajero
que monta su bagaje en la cajuela de un auto,
o arrumbado en la planta baja del bus.
Soy viajero de sombras, traficante de luces,
de las delicias efímeras que los sentidos consigo llevan.
Soy de entre los seres vivos el espectador más aventurero,
pues sé de vivir y de morir al mismo tiempo,
sé que al hacer ambas a la vez estoy en mi elemento,
que del vacío importo ternura, ternura y un propósito.
Llámame moneda de cambio
entre lo conocido y lo que no debe ser sabido,
que si abro mis labios y te lo cuento todo
dibujaré una sonrisa en tu oído,
la última sonrisa para mí, asesino,
pues en ese instante habré aniquilado tu inocencia.
La luz y la sombra se unen por cuerdas,
y no es que por gusto las entreteja.
Tan sólo soy un fanático sin tregua,
tan sólo es su música lo que me embelesa.
Soy viajero de los que cargan poco,
pues nada vale llevar, excepto buena compañía.
Que no te extrañe, ser de luz, que en tí me haya fijado
para acompañarme en esta travesía,
donde no hay métrica, o cadencia, apenas ritmo,
y nuestros corazones, finos instrumentos.