26 de abril de 2012

Cómo olvidar a un mortal



Música que inundas mis oídos,
tan rampante, tan frívolamente seductora,
esta noche cúbreme de tí,
oro entre tus infinitas series de Fourier,
tus armónicos perfectos y tus ruidos blancos,
cúbreme de ellos, imprégname de vibraciones, 
cualquier cosa que me haga olvidar,
por un momento, 
que añoro sus labios tersos...

Noche hermosa, que engalanas mi vista,
hazme voltear a verte, y no mirar atrás,
hazme perderme entre tus verdes infinitamente negros, 
cubre de frío este, mi cuerpo, solitario,
tanto frío que me haga olvidar,
por cientos de eones
que añoro el calor de sus brazos...

Sangre vívida, que tiñes mis labios,
que alimenta sin premura mi ser corpóreo,
hazme sentir las vivencias de mis presas, 
recuérdame que he elegido el sendero inmortal
por una muy buena razón, 
y hazme olvidar, que una vez en vida
vivi hermosos momentos acompañados de su sonrisa... 

Frágil rosa, que entre mis manos descansas,
que muere lentamente sin el vital líquido, 
muere para mí, esta noche,
recuérdame que el amor también perece,
que el dolor también se oscurece
al igual que esta amarga existencia inmortal,
muere, y entrégale tu cuerpo a la tierra,
dale vida a otros seres tan hermosos como tú,
y déjame sentir la profundidad de tus pétalos,
déjame sentir el erotismo entre tus bordes,
y la sensualidad de tus espinas,
déjame acariciar ese delicado aroma,
y hazme olvidar que, embriagado en su aroma
el líbido dejo de ser necesario,
para ser algo hermoso, sublime, y sagrado... 

... y ahora, que he decidido vivir,
su belleza mortal me sigue asesinando,
y su ausencia, entre mis venas, fluye demasiado.