30 de enero de 2010

Ahora

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Atrápame, Muerte sensual,
mastícame en tus fauces,
dime cuán consistente es
mi sangre al vapor de tu garganta,
no temo más tu cacería,
estoy listo para perecer,
tus uñas de plata en mis muslos,
tus labios en mi hombro,
llamando una misericordia
que ni mi mente ni mi alma desean…

Despedázame, ahora que puedes,
antes que la luz me abrase,
antes que el silencio robe mi lamento
y que tu descaro no pueda saborearlo,
antes que la niebla te aparte de mi vista
y desperdicie mi sangre en esta tierra,
que nada vale y apenas alimenta.
Aliméntate y baila en mi cuerpo,
quiero sentirte gozar con mis restos,
mientras destilas tu precioso veneno…

 

Imagen de Santerineross

24 de enero de 2010

Angel violador

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Las tersas sábanas de hiel
quieren envolverte en su veneno,
campanadas que dictan el ritmo
del bourbon tras tu garganta,
entre calor de velas negras
y muñecos de porcelana
tus fantasías reclaman ofrenda,
hechizos trazándose en el viento

Pero la paz se oculta
cuando cierras tus ojos,
el demonio alado reclama tu traición…

No luches entre sus garras,
pues tu sangre es excitante,
una eternidad no saciará su pasión…

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Tus cánticos paganos,
tu delicioso maquillaje,
tu ojo de Osiris derecho
y tus perfumes de ultratumba
han profanado portales prohibidos,
han seducido a los nigromantes
que guardan al Libido hecho carne,
objeto de deseo pensante

Pero las agujas clavan
tus manos al abismo,
prisionera eres de un castigo erótico…

Sus alas envuelven
tus caderas y tus sueños,
no mueras aún, o el dolor será eterno…

22 de enero de 2010

Víctima de la víctima

 

Foto sin título

 

No puedo ocultar tu ser exquisito
de la fiera luz, empeñada en devorar
nuestros seres, apenas móviles,
las Sombras cobardes traicionaron su fé,
ahora buscan los refugios antiguos,
donde mi mente se niega a acceder,
donde mis manos tiemblan, aferrándose
a las tristes arpas que aún destilan miel…

No puedo invocarte en mis quebrados sueños,
sin que esta máquina de tortura sobria
siga tirando de mis extremidades,
sofocándome en tu aliento, frío y trepidante,
mientras mi piel se congela, mi alma arde,
mis heridas, ya secas, exhumaron el llanto,
el dolor es pardo aunque no así tu imagen…

No puedo mantener en pie mi voluntad,
respiro un aire aberrante y bochornoso,
incapaz de limpiar mi ser de los despojos
de mis viejas batallas, todas perdidas
ante la terrible bestia de los ojos mutilantes,
sus sutiles garras, sus pasivos arrebatos
que con orgullo recibía en mi pecho,
a sabiendas que el daño sería irreparable…

No puedo guardar tus locuras soeces
en el palacio de la eternidad,
no podré preservar tu hermosa aura,
pues moriré…

 


pues moriré…

17 de enero de 2010

Child Doll or Bone

 

Hace ya un tiempo que llevo siguiendo a este genial artista gráfico. No quisiera meterme en detalles, pues lo redescubrí en Memento Mori (hagan clic para información en verdad detallada).

Esto fue lo primero que pude contemplar de su obra, hace ya algunos años, y sigo igual de admirado y seducido.

Nada mejor para alimentar una racha de tranquilidad que admirar a los grandes. Con ustedes, el sr. John Santerineross.

Su sitio oficial aquí.

12 de enero de 2010

In Absentia Mortis

El mundo está por cambiar. La podredumbre que se respira en el ambiente es tan sólo el preámbulo para la llegada del gran Maestro. Sólo queda una opción: perecer.
Preparémonos para el reinado de terror y muerte de la gran Criatura. No quiero meterme en detalles, quiero que descubran por sí mismos esta genial historia. In Absentia Mortis.


7 de enero de 2010

De Mortis voluptuosa




He estado prendido a placeres, preciosos y vanos,
pero nunca he estado, he de decirlo, enamorado.
Quizá la incertidumbre, quizá el palpitar inconstante
trataron de hacerme caer en su travesura, en lo profano.
No se trata del vestido oscuro,
ni sus ojos púrpura, ni sus recios labios,
ni la forma de sus manos, pragmáticamente tenaces,
aferrando mi alma entera, exprimiendo, tierna y salvaje.
Tan sólo es un destello hereje, una sombra volátil,
el seductivo aroma que neutraliza el intelecto,
no es un cielo, trabajadamente incómodo y tieso,
ni un infierno, donde el placer es el castigo del perverso.
deseaba ella llevarme a lo profundo de sus aposentos:
he oido hablar de ello, es el mundo de los no muertos...
¿Cómo puedo entregarme a semejante regalo?
Si no he de merecerlo, ¿Osaré siquiera probarlo?
Mi ofrenda ha sido una miserable lágrima de sangre.
Sólo espero el tesoro final, el placer sin arrepentimiento,
por el cual no vivo ni muero, tan sólo permanezco vigilante...
aunque después deba ceder mi alma a mi egoista Nigromante.


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5 de enero de 2010

El destino de la flor de cristal

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¿Te has preguntado alguna vez porqué los árboles crecen en esas formas tan espectaculares que se llegan a observar? ¿Te has preguntado porqué los helechos llegan a ser tan perfectos, y a la vez tan desastrozos? La razón es simple: ego puro.

Al principio de los tiempos, antes que existieran los organismos vertebrados, no existía ninguna planta mas que una. Era una planta tan perfecta, que sus pétalos eran del color del cristal. Tan radiante y tan respetada, que incluso tenía conciencia propia, y por supuesto, pensamientos propios. El inmenso frío del principio de los tiempos quebraba sus delicadas hojas. Pero esto no le importaba, pues al instante volvían a surgir nuevos pétalos, más cristalinos cada vez.

Un buen día, la flor miró hacia la tierra en que estaba plantada. Era hermoso: la hojarasca adornaba el paisaje. Y la bella flor estaba exquisitamente rodeada de belleza.

La flor de cristal sintió unas terribles ganas de salir de sus raíces, recoger toda la hojarasca y arrojarla al poderoso mar, donde pudieran perderse para siempre. Tuvo origen una perversa forma de odio, la envidia legítima.

El odio era tan fuerte, que con el tiempo se forjó su propia personalidad, su propia alma, sus propias intenciones y propósitos. Esta alma tomó forma material, y así nació la primera espora del mundo, la cual se depositó, y por supuesto, germinó, a unos cuantos metros de la primer flor de cristal.

Pasaron los días, y la flor nueva surgió de entre la tierra, nutrida de la misma belleza que la primera. Pero la flor primera vio que la juventud de su hija poseía un resplandor aún más exquisito que el suyo. Luego se miró a sí misma, y notó como un terrible mal de color negro verduzco se apoderó de sus preciosos pétalos, ocultando lo que alguna vez parecieron deliciosos pétalos de agua. Así que, sin poder despertar de sus raíces, y sin poder recuperar su encanto, un terrible odio se apoderó de ella, surgiendo más esporas, esporas engendradas desde un odio desinteresado, pues prefería mil veces que otra flor fuera la más bella a que lo fuera su primera hija.

Así, una vez surgida la tercera flor de cristal, la primera flor murió, recostada contra la tierra, esparciendo sus esporas en el territorio circundante, dejando el testimonio de su existencia. Las nuevas flores surgieron, y las dos más viejas que quedaron profirieron su odio mutuamente, el odio natural. Las pequeñas observaron, y aprendieron, y al no poder contemplarse a sí mismas en bellas hojarascas, pues aún eran jóvenes y no caían sus pétalos, vieron en sus vecinas al objeto de ese odio heredado.

Crearon esporas de odio, muriendo y renaciendo, tras generaciones.

Desde aquí, el caos se empezó a apoderar de la naturaleza de cristal, destruyéndola por completo. Pronto, el oxígeno empezó a proliferar. Las plantas, cada vez más incapaces de conservar una forma frondosa, empezaron a reposar sobre el suelo, desarrollando sus hojas sin empalmarlas, y así surgieron los primeros helechos. Las formas eran tan extensas, claramente con la intención de abarcar más espacio, y restárselo a sus rivales. Los colores, vivos y pardos, cada vez más carentes del gen del cristal. Entonces, las plantas rezagadas, en un arrebato desesperado, se levantaron del suelo, surgiendo los primeros troncos, y posteriormente los árboles.

Surgieron los vertebrados, esos seres tan ávidos de devorar con la mirada el entorno, y con su ser apoderarse de lo invisible. Las plantas, ahora, tenían espectadores. Por supuesto, debían ofrecer una gran vista: empezaron a tomar formas caprichosas, siempre en el intento de cubrir y mermar a sus congéneres. No conformes con eso, empezaron a ofrecer regalos a los vertebrados: habían nacido los frutos, y de nueva cuenta, las flores. Cada vez, las plantas eran más altas, más robustas, más poderosas, más fructíferas. El tiempo pasó, y la envidia primitiva, la de la primer flor de cristal, se difuminó paulatinamente en todos los hijos, y el propósito del exterminio mutuo desapareció.

Hasta hoy, las plantas no recuerdan el odio primitivo.

Ahora, nuestro deber como vertebrados es impedir que ese mal resurja de la naturaleza. Debemos difuminar su semilla de odio, para que jamás se vuelva a concentrar. No destruyas la naturaleza, o el odio primitivo resurgirá, y contaminará al resto de los seres que se alimentan de esta tierra.

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1 de enero de 2010

A un deprimido (o El genocidio más grande conocido)

 

No te escondas, ya sé que estás llorando. He visto un lucero tuyo parir una cristalina gema destinada al olvido, como lo es la vida misma. He visto una de tus muñecas exterminar esa pobre lágrima, difuminarla en su cuerpo. Y te pregunto ¿Tiene sentido que mates todas esas lágrimas? ¿Tiene sentido que esas pequeñas e indefensas muestras de dolor tuyo mueran? Mejor aún, ¿Tiene sentido que vivan?

Traer al mundo una lágrima no es una tarea sencilla por sí misma. Ya te habrás dado cuenta de eso. Yo, en vida, me encargué de traer muchas de esas pequeñas a una vida frágil y fugaz. Ahora quiero que entiendas algo: cada lágrima es un alma. Cada vez que entristeces, cada vez que un golpe o rasguño te hace querer llorar, un sentimiento totalmente autónomo surge en tu mente. Porque quizá no lo sabías, pero tu cerebro es una fábrica de seres. Y cada vez que lloras, preparas a una de esas criaturitas a contemplar el mundo, las circunstancias que la orillaron a nacer, que la obligaron a existir.

Si tu hubieras elegido entre existir y sufrir, o existir y vivir efimeramente, o simplemente vivir en un mundo donde no tienes que sufrir porque la materia te merma y te malmodea, ¿que hubieras elegido? Olvídate del amor de tu vida, de tus amigos, tu familia, incluso (debo decirlo así, pues eres humano) de tu automóvil, de tu libro de autógrafos, de tu colección de cómics, poemas, pornografía, fetiches, recetas de cocina y música que te costó años y años de compilación. Imagina que no conoces nada mas que tú mismo. ¿En verdad habrías elegido una existencia material?

La vida no es justa. La vida, en ese sentido, no fue justa para tí. ¿Porqué habrían esas pequeñas lágrimas de correr con la misma suerte?

Ah, pero no te preocupes, pequeño amigo. Aún puedes hacer la diferencia. Un diminuto y sustancioso sacrificio. Suena cruel, pero es mi propuesta: perder una vida, la tuya, a cambio de salvar la de miles, tus ideas.

¿Que pasará cuando crezcas, cuando tus ideas maduren? Lo que a todo ser vivo, amigo. Nacer, crecer, reproducirse y morir. La etapa de reproducción, particularmente, es la que me interesa describirte. Verás, una idea, en conjunto con otra, no generan una tercera. Tu cerebro es una poderosa maquiladora, creando engendros de todas formas y tamaños a partir de un modelo. Hoy piensas en un carro, mañana piensas en una tienda, y al cabo de tres días tienes una concesionaria. Para los sentimientos es la misma historia cantada. La diferencia es que los sentimientos no cabrán en donde sea que decidas guardarlos. Tienes, por tanto, que deshacerte de ellos.

E, insisto, ¿es justo para ellos?

Llegará un momento en que todos esos seres, ideas, sentimientos, dolores y placeres, todos ellos mueran. Se empezarán a podrir, carcomerán tu ser completo. El dolor será inevitable. La vejez es tan sólo una de las consecuencias de esta masacre. Ya conoces el resto: las fuerzas te faltarán, dudarás cada vez más de tu existencia, te cuestionarás sobre la existencia, en general. Sentirás más y más necesidad de vaciar tu mente: gritarás, blasfemarás, y por supuesto, llorarás. Finalmente, la Muerte llegará a tí. Y sabes que no te tomará de la mano. No, eso es poesía absurda. Te tomará del corazón, del hígado, de tu cabeza, las estrujará como si fueran esponjas sucias, las estrujará hasta que queden limpias de tus fluídos. Hervirá tu sangre, la mezclará con peligrosas sustancias, producidas por tu mismo cuerpo. Arrancará tus nervios, los estirará y maltratará como si fuesen objeto de odio. Tomará tus intestinos, y los perforará. Te desangrarás por completo. Vomitarás tus propios fluídos, tu desayuno y tu cena del día anterior.

¿Realmente quieres sufrir así? Yo no quiero que sufras, querido amigo. No quiero que sufras tú, ni esas miles de almas que seguramente estás creando en este momento. ¿Sabes? Por eso alabo a los artistas. Cada vez que un alma muere, ellos hacen que valga la pena, plasman su escencia en una nota, un trazo de pintura, un cartucho fotográfico, un dibujo de tinta, y su vida queda plasmada en la materia por un tiempo mucho más largo que lo que hubieran jamás durado sus vidas.

Pero no eres un artista. Y no me gusta ver tanta muerte en un sólo lugar. Y por eso te extiendo mi mano, y mi apoyo incondicional. Tengo toda clase de armas. De fuego, blancas, bolsas de plástico, sogas, vehículos. Puedes hacer de tu muerte una obra de arte. Puedes crear algo digno de los periódicos, y todas esas vidas que extermines durante tu empresa quedarán plasmadas para la eternidad.

Y si no eres capaz de hacerlo por tí mismo, cuenta conmigo para lo que necesites. Considéralo, y te deseo la mejor de las muertes.

 

Atentamente,

Un amigo que te quiere.