26 de junio de 2011

Una enferma canción de amor



Bailo a tu ritmo, cadaver en decadencia, 
miro ansioso la pornografía de tu demencia, 
huelo pervertidamente el azufre pestilente
cuando tus pupilas necrosas atraen mi ser... 
Pero no estás muerta, sólo lo pretendes,
aunque tu horrible magia sea tan eficiente
y tus intenciones laceren mi inconsciente
eres hueso, carne, y fuente de placer...

Padezco de insomnio,
cobijado en este velo 
aterciopelado...
es un sueño hermoso
cada vez que mueres 
entre mis brazos.

Contagiandome de la mentira de tu cuerpo,
deseo más fuerte que whiskey de aniversario,
alucinaciones vivas, te violo y me violas
mientras en mi oído susurras miel...
Probablemente perezcamos muy juntos, 
tu por despreciable y yo por mártir fiel,
en el infierno seremos adorados, 
no hay mejor pecado que el nacido del placer!


Padezco de insomnio,
cobijado en este velo 
aterciopelado...
es un sueño hermoso
cada vez que mueres 
entre mis brazos...


En la imagen: Mila Kunis, en una escena de Black Swan

20 de junio de 2011

Forjando un alma

El hierro ya está candente.

He pasado largo tiempo frente a este fogón, pintando de rojo este azadón ante el fuego. Está listo para acercarse a tí... a forjar en tí todo aquello que deseo de un alma, de una mujer, de un cuerpo y de un suspiro. Hecha a mi gusto, al compás y temperatura de este instrumento maldito, con el que tanto me he herido...  barata analogía de un alma y un corazón rotos, seguro piensas. Pero ya verás cuando la ardiente punta toque tu mejilla, verás cuando el humo de la carne quemándose empañe tus ojos...

Acércate, criatura. quiero contemplar ese bonito rostro, antes que le haga sonreir de más. Tengo también alcayatas, un martillo y un cincel, para pulir las asperezas que me encuentre mientras acaricio tu frente y destrenzo tus dorados cabellos...

Eso. Siente este poderoso azadón, lleno de la energía de mi pasión y de mi furia, siendo clavado en tu cráneo, una y mil veces, hasta conseguir la forma que deseo...

... y mientras el instrumento penetra el ectoplasma de tu ser, tu sonríes... pues sabes que no podré hacerte daño... quizá jamás. Esa sonrisa era justo lo que quería dibujar en tu rostro... tu rostro de malicia encantadora. Mi cuerpo siente el frío de tu ser, al igual que el azadón. Cierro los ojos, siento esa caricia tuya, tan fantasmal... y siento como mi ser se pierde por ella.

Puedo ser un herrero de una y mil almas, pero es la tuya la única que jamás podré siquiera ablandar. Ni es mi voluntad hacerlo. Despierta en mi esa inspiración para hacer arte, mi princesa volátil, como lo has hecho hasta ahora. Pues sigues atormentando mi corazón, y de la desgracia es de donde proviene el arte más puro.

Para tí cada herraje, cada unión, cada fundición enblandecida, cada escudo de sabiduría y fortaleza. Cada candelabro cuyas sombras provocan pesadillas en los temerosos, cada daga que le da valor a los asaltantes nocturnos, cada espada que defiende del mal al indefenso en este reino olvidado... y el molde de la corona que quizá algún dia portarás...

No necesito forjarte. Ya eres esa pieza única y perfecta en la que tanto soñé.








Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única. Jorge Luis Borges

11 de junio de 2011

Mar dulce

No llames a mi puerta hoy.
Estoy escribiendo, estoy ocupado.
Estoy ocupado tratando de escribirte un poema.
Un poema que exhalte tu belleza,
que eleve a los ojos de los dioses
todo aquello que amo de tí.

No abras esa puerta,
no contamines con tu preciosa prescencia
este vil intento de literatura profana.
No engalanes mis ojos con tus ojos,
no endulces la delicia de este aroma a flores marchitas
con el aroma de tu cabello agitando la habitación.

No te acerques, te lo imploro,
no te acerques, no roces tu piel con la mía,
no borres de mi mente mis deseos perversos,
no los conviertas en sentimientos puros,
no me hagas proferirlos hacia tí,
sentir que en carne y alma te necesito.

No me mires a los ojos, silenciosos,
no exprimas cada gota de mi vida,
esta pluma ha dejado de escribirte,
pues mis dedos solo quieren tocar tu rostro
mientras lo acerco al mio, encarando
aquella energía febril que me sofoca.

No me beses, por favor, no me beses,
no me des de tu sabor el tibio suspiro
que me hace languidecer frente a tu porte,
no quemes mis mejillas con la suavidad de tu pelo,
pues no puedo hacer poesía sobre hermosura
si la hermosura misma me embriaga en su locura.

No me tomes, ahora no, elíxir benigno,
no me hagas beber de tu piel llena de vida,
pues deseo sumergirme entre tus aguas,
pero se que en esos mares no hay dolores,
rabiosos mares de agua dulce y lágrimas tersas...
si lloro en ti, mi poesía toda estará muerta.