29 de agosto de 2008

Tacto y gusto

¿Que es la locura, confundida tras tus ojos?
Universos acabados, proclamando auge sin pena,
cordura inútil que sobrelauda la verbena.
¿Que es la locura, confundida tras tus ojos?

¿Como merezco, eterna condena,
tus sutiles fragancias catenarias,
el sabor de tus notas castañas?
¿Como merezco, eterna condena?

¿Es impasible tu mirada fraudulenta?
¿Es fraudulento el elíxir de tu alma,
es impasible tu entropía, incluso a distancia?
¿Es impasible tu mirada fraudulenta?

¿Será tan falso el silogismo de tu encanto?
¿O es que, por ser celeste, tachas el entorno
con la luz que concede el desprecio,
despejando mi camino a tus infiernos?
¿Será tan falso el silogismo de tu encanto,
o mis sueños tontos se hacen verdaderos?

Beberé de tí como el ingrato
que busca respuestas en el ocaso...

Honor a quien honor merece.

26 de agosto de 2008

Descaro

Te escribo a tì, inepto, que te atreves a criticar al mundo.
Tù, perro faldero con mierda en las patas, quien osa citar al absurdo para enfrentar al absurdo, quien cita a los grandes sòlo para tener un zapato con qué pisar a los débiles...

¿Tienes pies? ¿Sabes cómo se siente pisar el suelo arcilloso, cortante y caliente de este maldito desierto que llamas Comunidad?
¿Sabes cómo se siente no tener más que huaraches de dignidad, y desgastarlos brutalmente sólo para avanzar los próximos cien metros?
¿Sabes cómo se siente saber que la sangre de entre tus dedos brota desde tu corazón hasta afuera de tu cuerpo, perdiéndose en la arena, donde será sólo una de tantas partículas de nada?
¿Sabes cómo se siente masticar la arena cuando caes al suelo de agotamiento? ¿Sabes como sabe la arena cuando no es el suelo sino el aire quien lo lleva entre tus labios sedientos?
¿Sabes lo que es la sed, la amargura de la saliva putrefacta, cargar con ropas sucias y calurosas, derretirse ante el sol sin poder reclamarle que deje de lastimar?

¿Sabes lo que es cruzar el desierto de noche, sumergido en la asfixia total, esperando que las serpientes ataquen? ¿Sabes lo que es cazar para sobrevivir, con la esperanza de tener un mañana mejor, por absurdo se vuelva?

¿Sabes lo que es soñar en la guerra?
¿Tienes un motivo para soñar?

¿Tienes un motivo para que no perfore tu frente con mi .22? ¿Tienes un motivo para que no te trate como el inhumano que soy? ¿Tienes algún motivo para que no te grite todos los días que eres una basura? ¿Te molesta que te digan la verdad?

El mundo es vasto. Si no te gusta lo que ves, puedes morir. O bien,
puedes mirar hacia el otro lado.

23 de agosto de 2008

Sinfónica

La madrugada estaba a punto de hacer su entrada triunfal a traves de los cielos nefastos y mohosos del campo marchito. Era tan espesa la atmósfera que la luz se tomaba su tiempo, el poco que le quedaba, para aparecerse entre los cerros calvos e infértiles.


El silencio empezaba a hacerse notorio, cada ser vivo presente en la escena despertaba, calmadamente, a la espera del sonoro resplandor del Sol que los hacía más viejos. Nunca el masoquismo había sido tan... natural.

Entonces empezó. El opus 92 de Dvorak resonaba desde los cerros y traspasaba oidos, deleitaba, armonizaba cada inconsistencia del paisaje con su ameno vaivén, acariciando los rostros de todos los testigos de la vida y de la muerte. Era tiempo de celebrar, tiempo de bailar como si fuera la última vez que lo pudieran hacer. Como si esa madrugada horrible de agosto, tan sólo embellecida por la sinfónica, fuera la última.


Las hojas, firmes en los árboles, bailaban con la cadenciosa tonada. Los animales y los hombres, maravillados, abrían cada vez más los ojos, acariciando sus oídos como si eso fuera un estímulo. Brincaban y danzaban haciendo saltar la tierra floja sobre la que se paraban, gritaban de alegría, al unísono, como un instrumento más de la Orquesta.

Pasaron breves minutos, eternos en realidad, para que hombres, plantas y animales cayeran extasiados al suelo, parecía que nadaban en una sustancia colorida, con un sabor espléndido, con un calor francamente excitante. El agotamiento de las danzas y los gritos los hizo a todos ceder. Plantas, animales y hombres dejaron de sostenerse en su vertical, y se tendieron sobre la tierra infértil, removida, en un ritual de fertilización y agradecimiento a la orquesta por su magnífico performance.

Al día siguiente, un pelotón débilmente armado y fuertemente protegido llegó a recoger los restos de su ojiva.

18 de agosto de 2008

Morir a gusto

Sabes que soy incapaz de entrometerme entre tus manos y mi cuello.
Lo sabes.

Sabes que mi cuerpo pide paz, pero mis ojos asienten. Sabes que mi piel sangra con dolor, pero mi alma lo hace con gozo. Sabes que esta erección no es nada si tu rodilla no se clava en mi estómago, si mi vómito no contiene más que saliva y mi aliento lo consumes mientras te retuerces sobre mí.


Mi cuerpo pide paz. Mi cuerpo está tan adolorido que desea morir, tanto como yo deseo una pizca de tu alma. Todo mi ser es, pues, deseo, deseo de saber cómo se siente el sudor de tu piel sobre el mio, cómo se siente tragar tu placer a bocanadas y no tener fondo.

No se que es peor, si las cadenas que me sostenían firmemente contra esa vieja cruz de San Andrés, o tu cuerpo hecho furia y uñas filosas sobre mi espalda, si el sentir que la sangre sale por mis oidos o tus dedos incrustrándose en mis hombros, arreglando cada una de mis vértebras a cambio de ensordecedores lamentos camuflados en éxtasis... o al revés.

¿Peor? ¿Puede ser algo que pedí peor a algo que pedí? ¿Puedo ser tan idiota como para arrepentirme de algo que suplico y que finalmente me es concedido?


No olvides, Domina perpétua, que soy inmortal. Y que tarde o temprano, te hastiarás de mí, y yo tendré que compensarlo. No olvides que una bofetada mia en el rostro duele más que la hoguera, que una mordida mía es más infecciosa que la Peste.

No quiero que me lastimes para morir a gusto. Estoy agotando tus fuerzas para que no puedas llorar...


p.d. Visiten el sitio de la ilustradora (link en la imagen) 

14 de agosto de 2008

Cazar y destazar

¿Qué pasará cuando te vayas, vieja peregrina
a rondar otros sudores mentales,
cuando te canses de mi carne podrida
y logres ver mis pensamientos brutales?
¿Qué pasará cuando termine tu sangre,
y mi eterna sed se convierta en hambre?
¿Cuando entiendas que no puedes morir
y te devore en una sopa picante?
¿A donde irán todos tus líquidos,
secreciones, fluidos vaginales,
desechos y olorosas viscosidades
con los cuales hago versos místicos?
¿A qué parte de mi mobiliario
estará destinada tu piel aperlada?
¿Tapizará el sofá donde lloré tu partida,
o cubrira tu Cruz de San Andrés, bella amada?
¿Cuantos metros de vísceras te sacaré
para hacer las cadenas más pesadas,
más fuertes y mejor herradas,
para colgar tus menudencias blancas?
¿Cuanto cabello tendré que tejer
para hacer mi anhelada frasada,
que me cubrirá de la luz abrasadora
mientras aspiro tu aroma sin gracia,
mientras tu llanto arrulla mi débil sueño,
esperando el peor de los mañanas?
Verte morir magnifica mi líbido.
Y aún así, no deseo que te vayas.

11 de agosto de 2008

Sobre la felicidad

Grandes pensadores como Wilde, Huxley e incluso los hermanos Wachovski (todos ellos fantásticos, en cualquier sentido que se les quiera interpretar) han acertado, parcial pero magistralmente, sobre el destino del hombre respecto del hombre, entendiendo este último y el primero como causa y consecuencia. Una sociedad tan sofisticada que se autocontrola y se autoflagela. Solo el miedo puede lograr tal efecto.

La redundancia de ese miedo entrañado con la felicidad es la misma que se encuentra entre el dolor y el placer: hace falta un acto liberador, un enigma lo suficientemente fuerte para intentar desenmarañarlo, y una voluntad quebrada tan sólo por la muerte. Por lo general, este acto es la introspección individual que se realiza para buscar respuestas, y encontrarlas en donde hay más preguntas, camuflando el objetivo. Este acto me gusta llamarlo filosofar.

Insistiendo, ¿que tiene que ver esto con la felicidad? Pues es muy simple.

El miedo es, contrario a lo estipulado, el contrario de la felicidad. Ambos son ambiguamente necesarios, ambiguamente dependientes. La tristeza, excluída de este concepto dual, se limita a actuar sólo de medio para transitar entre la verdadera dualidad.

¿Entonces es posible la verdadera felicidad? ¿En verdad es posible la verdadera y eterna felicidad? Como en toda dualidad, conocer una parte implica, obvia y necesariamente, entender su contraparte. Por lo mismo, ambas son necesarias. Y en tanto que la felicidad exista, si hay tal, el miedo existirá, y paradójicamente, distinto a como ocurre entre el placer y el dolor (en donde una es un puente a la otra, indistintamente del orden), es el miedo quien provoca recesión hacia la felicidad. Por lo tanto, una se come a la otra, y venciendo una, despues de haberla conocido, se alcanza a la otra.

Ahora, es necesario definir qué es lo que realmente quiere decir felicidad. Todo mundo habla de que el mundo mismo debe seguir un curso, su curso. La felicidad es, pues, resignarse a este curso y reservarse el empeño y el deseo de modificar el entorno. La felicidad es, al menos religiosamente hablando y en el contexto que nos ocupa, en función de esa resignación, se trata de un estado de ánimo invulnerable, eterno, auténtico. Un sentimiento que, por lo que acabamos de describir anteriormente, no es posible (como tal) bajo ninguna circunstancia humana.

El hombre busca continuamente la felicidad, y en tanto que sea hombre, esta será una búsqueda infructífera, un gasto lamentable de recursos tan fugaces como lo es el tiempo. El hombre, pues, no está hecho para ser feliz.

Sin embargo, esto no quiere decir que su vida sea infructífera también. El enunciado respuesta es muy simple: El hombre no puede ser feliz. Pero sí puede sentir placer, con todo lo que conlleva, y si es capaz de "resignarse" a esta realidad que es en verdad manipulable y adaptable a las necesidades individuales (los gustos son, también, una necesidad), su destino es convertirse en un hombre íntegro, éste es el verdadero objetivo final humano.

La integridad, desde este punto de vista, es un conjunto de contrapartes que permiten al hombre crecer, pensar, crear, destruir y, lo más importante: no sentirse aburrido.


Imagen del maestro Alex Grey

Perdida Celestial

Estaban Dios y el Demonio, la Doble Deidad del Universo virgen, jugando ajedrez con almas. Éstas ya haían sido creadas, y eran lo único que podía ser apostado en ese entonces, y hasta donde sé hoy, lo único que tiene valor, si es que hay tal.

Curiosamente, el Demonio iba perdiendo, pero su semblante era relajado. Dios, excitado, ganaba y ganaba almas de poco a poco, de miles en miles acoplados en montoncitos, moldeados como plastilina en forma de peones, alfiles, caballos y demás, dispuestas sobre el tablero como si en lugar de piezas estratégicas fueran figuritas de acción. Pero ninguno de los dos se iba a retirar de la mesa de la eternidad sin haberla dejado vacía primero.

El Demonio había fijado su atención en un manojo de almas en particular. Sus colores eran vibrantes, pero sus sombras eran tan... densas, tan parecidas a él. Echó un ojo a su saco de almas, a un costado suyo, y viendo que no le quedaban muchas, pero sí suficientes, tomó el saco y lo vació sobre la mesa, a un costado del tablero, retirando del montículo formado un puño, por si acaso.

- Amo de la luz monocromática, de la mentira cegadora y del ocaso del raciocinio, ves esas figuritas que tienes allí, en forma de Reina? Sacrificaré todos estos peones -decía mientras moldeaba algunos montoncitos- , por medio de una batalla bestial de las que mejor sabes ejecutar, con tal de obtener esas almas tan hermosas que conforman a tu Reina.

Dios, entusiasmado por la cantidad considerable de peones que se estaban formando entre las manos del Demonio (hay que aclarar que en este tramposo tablero de infinito por infinito no sólo caben ocho peones), aceptó, incluso sin voltear a mirar al enorme saco de figurillas, enteras y despedazadas, sólidas y polvorientas, que guardaba a su costado sin el más mínimo cuidado.

- Señor de la oscuridad reveladora de mi verdad, de la ceguera espiritual y la soberbia, acepto con gusto tu apuesta. Pero no entiendo como eres tan soberbio y confiado como para arriesgar todos esos valiosos peones con tal de obtener una tonta Reina que yo puedo volver a formar con algún otro pedazo de plastilina, y que incluso sin sus vibrantes colores servirá para lo mismo?

El Demonio hizo caso omiso de la pregunta y empezó a jugar. Jugó y perdío miserablemente, poco a poco, a través de los siglos. Uno a uno se le iban caballos, torres, alfiles y, por supuesto, miles de peones. Ya no le quedaba nada para atacar, sino algunos peones, una torre, su ingenio y mucha suerte.

Hábilmente hizo mover a la Dama, su anhelado tesoro, a una fila donde se se encontraban un peon, un alfil y su torre. Dama blanca, peon negro, alfil y torre, en ese orden, la jugada fue decisiva. Los soldados menores fueron eliminados y, con un onomatopeya que le restó totalmente la serenidad al Demonio, hizo jaque a la reina y tomó la pieza con los dedos pulgar y medio.

Dios vio el brillo del reflejo de la figurilla en sus ojos. Sabía que el demonio algo tramaba. Vió como el Demonio, su compañero de travesuras desde el inicio de los tiempos, hacía algo que nunca había visto en su vida: De un trago fantasiosamente escandaloso, las almas vibrantes desaparecieron en la garganta del ser oscuro. Todos esos colores y sensaciones que pertenecían a la figurilla ahora se extinguían, en apariencia, en las entrañas del Demonio.

Dios tuvo una revelación, de las que pocas veces puede ver un ser que se supone que todo lo sabe y todo lo puede. El hombre, que en un rato de ocio crearía, llamaría Arte a la sensación de euforia que producen esas bellas almas, esa majestuosa reina, que no juega importancia en el tablero de Ajedrez, sino que es un poderoso amuleto de sabiduría e, indirectamente, capacidad racional por medio de la disyunción de lo que es y lo que no es.

Dios había perdido una valiosa herramienta. Ahora la luz del Demonio se había vuelto policromática, una hermosa luz que no puede ser vista por ningún ojo por que ahora pertenece a la oscuridad protectora. La luz monocromática de la felicidad antihedonita había perdido, desde entonces, todo significado.

Desde entonces, el juego del ajedrez de la eternidad es una mera diversión sádica para ambos personajes. La luz ganando por habilidad y la sombra ganando por naturaleza. Desde entonces, la luz es un lugar de paz por ser vacía, y la oscuridad es un lugar de felicidad, porque siempre hay algo nuevo por ver.

8 de agosto de 2008

¿Acaso importa?

La calidad es, para un anticonsumista como yo, un aspecto fundamental en los productos. Incluso si se basa en estándares. No digo que pretenda que este blog sea, digamos, comercial. Sin embargo, siento que la calidad de mi escritura ha decaído desde hace algún tiemmpo.

Esto es, por supuesto, una percepción personal. Pero temo que se vea reflejada en las uniquésimas personas que leen mi material.

ESTE BLOG ESTARÁ, TEMPORALMENTE, DESATENDIDO.

Por supuesto, el sistema admite comentarios, y todo aquel que sienta el mínimo interés por mis textos, todo aquel que hubiera llegado por casualidad a este espacio y le haya medianamente gustado lo que vé, todo aquel que sienta que le debo algo por haberlo insultado quitándole su tiempo o magreando sus religiosos pensamientos, es bienvenido.

Gracias al que me lee, por tomarse una fracción de su vida para complacer a esta bestia mediocremente civilizada. Una fracción de vida que, seamos honestos, nunca será recuperada...

Por otro lado, si quiere leer algo que valga la pena, entre por aquí.


Tenemos arte para no morir de la verdad.

F. Nietzsche

Máquina de dolores


Llevaba mas de seis meses llorando.

Un lamento seguido de otro más doloroso. Su garganta tan seca como vacía su vida.

Cada noche que la gran Dama se ocultaba tras las nubes, cada noche que las estrellas reflejaban cuantos mundos alternativos a éste existen, cada una de esas frías y solitarias noches. los graves se conjugaban con los agudos para dar orma a un llanto de perro.

Imaginaba su triste vida, que no conocía el placer. No tenía nada que perder, porque para empezar, no tenía NADA.

Nunca ví sus ojos. Nunca quise hacerlo. Una máquina biológica de sentir pánico por la espera interminable del siguiente día, por la espera de que sea un día no tan cruel.

Hasta donde supe, lo tenía todo para sobrevivir. Todos los días, su tazón de comida y su cubeta de agua estaban llenos. Su hogar, si no era grande, al menos sí era suficiente para correr y ventilar sus gracias.

Todo lo que le faltaba era un niño tonto que le hiciera caso de vez en cuando, que no le viera como una obligación al tener que darle de comer y beber todos los días, que lo abrazara y lo hiciera jugar de vez en cuando.

Su hogar, hasta donde ví, era tan limpio como un hospital. Aunque quizá a eso ayudara el hecho de que la casa estaba sola 16 de cada 24 horas. y logicamente, las otras ocho deben ser utilizadas para dormir.

Nunca vi sus ojos. Nunca quise hacerlo. La única razón para poder desear verlos era por sadismo puro o por estudio de la psicología animal. Ambas muestras de salvajismo, el salvajismo que trato de ocultar.

Hace dos días que su llanto no acompaña mis sueños. Dos días que no me arrullo con cada estela de dolor de su garganta. Estas lineas son una remembranza por su muerte, sea que ya haya ocurrido o no. Estas líneas serán las únicas evidencias de su existencia, una pequeña muestra de lo que puede hacer la negligencia humana en una bestia más valiosa que cualquier persona con nombre propio. Y una pequeña muestra de que mi sueño sólo se concilia con ruido.

Raleigh

Se ha ido ya la estela de humo de su cigarro.
Con ella, sus ojos de hastío punzante.

Estoy herido, brutalmente herido
de su hastío. Sus labios se cruzan mostrando delirio,
sensualidad propagada al vacío.

Mi tráquea no aguanta el febril dominio
del tabaco fino que traza su ritmo.
Mi mente, empero, planea su nuevo vicio.

Sus pómulos firmes reflejan cansancio
de tanto burlarse de cosas importantes.

Mirada a mirada el hastío es castrante,
pues es necesario compartir el receso
de los deseos de vivir sobre azucar y huesos.

Su rostro perverso sugiere una amante.
Una mueca tosca y un cálido beso
se contrarrestan con un andar obsceno...

Es la marca innata de la irreverencia,
del semidios montado en un arreglo de huesos,
del arrasante efecto de los cortejos.

¿Es la belleza quien conforma nuestro infierno,
y no las llamas que materia bella crean?
¿o una colilla de cigarro mediocre
botó el Demonio, ocioso, aquí a la Tierra?

7 de agosto de 2008

El mecanismo de un ser racional bizarro

¿Cansancio?
No. Si fuera cansancio, las piernas dolerían y la cabeza resentiría la falta de oxígeno.

¿Perdición?
No. Si lo fuera, habría muerto desangrado hace tiempo... sin una buena causa detrás. Lo cierto es que tengo razones de sobra para morir.

¿Desventura?
No. No creo en la suerte. La suerte es la conjunción de las membranas de cada una de las diez dimensiones que nos conforman.

¿Destiempo?
No. Soy el eterno mortal que vive de la muerte. Del tiempo mismo vivo, el alma se pudre y el cuerpo sólo sin arte perece.

¿Melancolía?
No. Alguna vez supe lo que era. Hoy no hay recuerdo que pueda herirme. La comezón, empero, es insoportable.

¿Enajenación?
No. Aún estoy consciente de que mi consciencia no me sirve para nada, mas que para recordar mis pecados. Pecados que no fueron pecados, sólo actos llenos de...

¡Odio!
Si. Es el odio. Es el deseo de aniquilar todo aquello que no me pertenece. El sentimiento humano más vulgar. Yo, ser de las profundidades de la razón, busco incoherentemente un sentimiento humano que se adapte a este nuevo calor sanguíneo que el arte me ha inculcado.

Odio al arte, porque es el arte quien me odió primero.

Eternamente lucharemos por sobrevivir. Aunque no creo que alguno de los dos muera... algún día.

4 de agosto de 2008

Tú, la sombra

¿Te insulto si te digo que la primera vez que te vi eras una sombra?
¿Te insulto si te digo que no eres nada para mí?

No eres nada.



Para los budistas, el estado del Nirvana es un estado en el que nada existe. No hay dolor, por consecuencia, no hay placer. Curiosamente, al no haber nada, el individuo que alcance el Nirvana no tiene nada a que aspirar, nada que tener, nada que absorber. Entonces, apropiarse de la nada es, por lógica, apropiarse de todo. Entonces hay que diferenciar tres conceptos, el todo, la nada y el vacío.

La nada (tú) es, por extensión, todo.

Gracias a la nada descubrí el verdadero significado de la oscuridad. La oscuridad es dolor y placer, es furia y pasividad, venganza y dejación, deseo y muerte. La oscuridad es una ventana al todo, la oscuridad es un portal al conjunto vacío que no existe, porque siempre estará poblado de tí.

¿Has visto cómo la débil luz del amanecer aumenta radicalmentecon el transcurso de los segundos, allá donde los cerros y los montículos se separan del humano salvaje?

Gracias a la luz, cruel e hiriente, tengo una sombra, pero no como un fenómeno físico. Gracias a la luz, cruel e hiriente, tengo acceso a un portal que me muestra todo lo que hay detras de la nada. Como no hay tal, puedo penetrarte a placer. Puedo poseerte, deformarte, mutilarte, asesinarte con un simple foco si me antoja ver tu temporal muerte.

¿El precio a pagar? que mis ojos vean fragmentos punzantes de realidad, realidad que alguna vez me ofreciste y que no pudiste darme, porque nunca te perteneció. La realidad, tan carente, tan despedazada como tú lo permites.

Recuerdo haberte querido ofrecer el mundo. Tarea estúpida: tú eres el mundo. Todo lo contrario: me ofreciste cada uno de los fragmentos que te componen. Tomé todo lo que pude. Tomé cada aliento que se pudiera extinguir en el éter, tomé cada sensación táctil que se pudiera borrar con la muerte celular de mi piel, tomé cada rastro oscuro que dejabas a tu andar, como perro faldero. Tomé cada fragmento de tu parte real, y la consecuencia ya la conoces:

Lo perdí todo.

Hoy me dí cuenta que mientras tú, la Sombra, siga cada uno de mis pasos, mientras penetres mis hojas de papel y mi teclado, mientras tu realidad se vea reflejada en mis letras, en mi pensamiento, en mis actos, tú seras nada. Tú, en calidad divina de Nirvana, eres la única posesión de la que realmente he sacado provecho, el único juguete al cual puedo maltratar y desollar sin que me reclame.

Eres nada, porque en cuanto cada rastro de mí muera, morirá la Diosa a la que tanto laudé.
Eres nada, porque cada fragmento de realidad se ahogarán en el vacío al cual perteneces.

Hoy me dí cuenta que te necesito. La razón es muy simple: aún pretendo darte al mundo. Pero te poseo tan firmemente, a cada paso que doy bajo el sol sádico, que lo tengo todo, soy un ser íntegro por tu causa. Incluso a costa de no tener nada. Ya no tengo nada que ofrecerte. Soy un ser vacío, sin lágrimas para sentir el dolor, sin buenas razones para sentir placer. Porque de eso se compone el hombre, finalmente, de lágrimas y razones.

Ahora puedo escribir que te necesito, porque no te necesito.
Ahora puedo insultarte cuanto quiera para desahogar el ardor de mis cortadas con el filo de la nada.

Ahora, que sé utilizarte, serás mi instrumento de inmortalidad: Tú perecerás conmigo, pero yo viviré mientras todo exista.

Por tí, yo viviré eternamente.

Ya que no te soy de utilidad, ni nunca lo fuí, puedes alejarte de mí cuanto quieras. Pero antes hazte esta pregunta: ¿A donde se puede desplazar un conjunto vacío que está contenido en un conjunto vacio?




Por eso me comí la hormiga.