18 de febrero de 2017

Asoma la nariz. ¿Hueles azufre? Has descubierto no el infierno, sino absoluto desdén. Desdén por todo excepto por el desdén mismo, fascinante, extrovertido.  Cada paseo nocturno ha perdido la oscuridad. Ahora se puebla de nada. Los vientos se esfuerzan en traer bugambilias de otras tierras, de otros cuentos. Y llegan aquí, a nosotros, infragantes,  sin valor ni destino. La Luna se esmera en recordarte las estrellas que no están a la vista, todos esos fantasmas que no serán recordados. Pero la suerte está echada.  No hay heridas. No hay poesía.
Sólo hay desdén.
Soy amante sólo por serlo. Sigo en pie para asomarme por encima de todo, a dabiendas que no hay nada del otro lado, no hay nada de este lado. No hay ni una mierda. Masco una menta del jardín, y una cucharada de miel. No hay placer. No hay frescura. No siento. No recuerdo. No recuerdo nada.
Sólo el desdén.
De cuando acá me ocupo de los conceptos mismos más que lo que significan? Que significa este efecto de cuarta pared? Es como si sólo me importará aquello que le da significado a la materia y al pensamiento. Semántica y sintaxis, luego autodefinidas.
Y mucho desdén.
Pero hoy caigo cuenta que no estoy sólo.
Porque leíste esto. Ya te jodiste. Sientes ahora un dejo de lo mismo. Porque no sembre una idea. Esa ya la viste en tu camino aquí. apesta al azufre.