28 de febrero de 2013

En nombre de...


Una vieja botella de vodka guardada, lejos de mi propio alcance. Mi vodka fetiche que dispuse para situaciones especiales.

En nombre tuyo es este trago, moi cherie. En nombre del sabor oscular eterno, de la pasión desmedida, del letargo en mi alma y la cura que hallé en él. En nombre del ardor de tus uñas en mis cuerpo, de los juegos de manos tan eróticos de tan solo mencionarlos. De todo el desahogo que ningún alcohol ni ninguna hierba podrán desatar jamás.

Te dedico este trago, que me envenena tanto como tus ojos. Aquellos ojos que no anhelo, pero en los que aún me pierdo. Quizá lo segundo es consecuencia de lo primero. Quizá, porque es algo que no he pedido, que no he buscado, y me da la bofetada decisiva, la que me hace preguntarme qué demonios espero para perderme en las llamas contigo.

A tí este licor tan mainstream, tódo el que queda de él. Al infalible hecho de que en cuerpo eres todo lo que deseo, y en alma eres todo lo contrario. Al afán de creer que la redención está en desvivirse en aquello que es contrario a uno mismo, cuando la pasión es pasión, y es inmutable, y sólo el amor es capaz de cambiar. A la curiosa paradoja de que el amor se da sin esperar cambios, pero hace cambios per se.

A tí, moi cherie, pues el ser impetuoso de modo bestial es imperativo en mi haber. Pero tu no eres una bestia. No se si decir "sin embargo" o "además", pero eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Y a estas alturas, no creo que nada sea capaz de cambiarlo.

21 de febrero de 2013

Copro


La poesia es mierda cerebral.
Todo el que escribe poesia es como si cagara en un libro o un blog.
Son las sobras de nuestros dolores y placeres,
no los dolores y placeres en sí.
Sabemos cuánto sufre o goza el poeta en base al sabor de su mierda.

5 de febrero de 2013

¿Estás enfrente, pero donde estás?

Vengo de una tierra tan lejana. Y estoy de nuevo aqui, el que siempre crei mi hogar. Supongo que deja de serlo cuando has dado la vuelta al mundo en linea recta...

Y los mares se convierten en pisables, esperando ansiosos por mojar tus dedos, de tus pies cansados. Y las arenas de los desiertos, ricas en sílice, se deleitan rasgando la sensible dermis... La piel del rostro se hace quebradiza, y tu ceño fruncido por la ya molesta luz solar no contribuye en nada.

El alma rejuvenece, pues. Pero el cuerpo es el que paga el precio...

Maldita sea la hora que descubri la libertad. A partir de ese momento, empecé a crecer al reves, sin consistencia ni concordancia. El alma joven que pesa de aventura, y el cuerpo marchito que se jacta de energía. Contradictorio y nulificante, concuerda y se ajusta perfecto. Pero no está bien, no lo está.

Y ahora, que estoy tan cerca tuyo, introduciendo impetuoso tus aires en mis pulmones, inundándome de tí, que puedo saborear tus manjares y atreverme a cometer suicidio de tanta emoción, ahora que puedo sentir el fulgor de tus recovecos en mis ojos, tan electrificantes que serías el terror de los vampiros... Ahora, que no se si eres un lugar o una persona, una aventura o un destino... Ya no importa.

Porque eres tan idéntica a lo que recuerdo cuando partí, que juraría que fuiste tú quien atravesó todos esas mareas de luna creciente.

Empero, me siento tan lejos... Tan lejos de donde quiero estar, cerca tuyo. Porque no soy de aquí, y no soy de ningún lugar.