20 de diciembre de 2019

Entrada sin título numero doscientos ochenta y ocho

Cuando me acerco a explorar la fina frontera
De tus libido con el universo, puedo ver de cerca
La cercanía irremediable del alma y de la carne
En la primera encuentro locura, y en la segunda, descanso.
Aún me es difícil querer jalar una hacia mí, sin arrastrar la otra.
Mis garras te aman, y mis nudillos te acarician
Sin mucho esfuerzo los sentidos se entremezclan, atónitos,
Pues el asombro parecía algo muy lejano hasta ahora
Traza un camino de humo y caos para mí
Deja que mi instinto más vulgar lo persiga,
Suplicando un poco, que la cacería resulte
Un poco más larga, más ensangrentada
Esa frontera de alma y carne, tan homogénea
Son tus ojos, inundados en incertidumbre y placer,
En una exhilarante mezcla de pavor y un salto de fé
Por eso los deseo tanto entre mis manos,
Por eso puedo permitirme viajar entre tus confines,
Pues yo no pertenezco a ninguno de esos dos mundos