25 de abril de 2008

Hambre

Despierta con hambre.
Pero es solo el principio.

Despierta sonriendo,
sin saber lo cruel de su sacrificio.

El hambre se engendra
en el cuerpo adolorido.

El hambre vive, espera
el comienzo de su ciclo.

Ralentizada,
crece acurrucandose en su nido.

Algo mareada
por suaves destellos de vicio.

Ojos alertas:
el ave carroñera del suplicio.

Indenigrable,
pues es su mismo cadaver podrido.

Indetestable,
pues es la fuente del deseo perdido.

Sodomizable,
gustosa, facil de digerir.

Adorable,
dominante, imposible de hacer sufrir.

Asquerosa,
melosa, en alcohol se ha de sumergir.

Reseca,
amarga, con la conciencia discutir.

Soberana
desgraciada, del estómago se alimenta.

Infeliz
mundana, con el cuerpo de cabeza.

Al hambre le teme,
dimite de su fiereza,
empero, de su enervancia
consigue su entereza...


Temer al hambre lo es todo.
Vencerla es solo el comienzo.

23 de abril de 2008

Frialdad, hermanos

.
¿Porqué buscas vagar, hombre,
si vagar tus pies lastima?

¿Porqué la soledad alabas,
si su látigo te hace trizas?

¿Porqué rodeas el camino
tan lleno de maleza?

¿Porqué persigues el insomnio
si tus ojos ya ven a secas?

¿Porqué te dejas de la Muerte,
esa hija de la chingada,
que come como demonio,
que tu carne no la sacia?

¿Porqué el sadomasoquismo,
porqué con tu débil alma,
siendo tan dulce el cuerpo,
la no prohibida manzana?

¿Que te duele mas,
el amor que se ha largado,
la vida que no quisiste,
impotente desganado,
o el feliz ocaso,
que el perímetro marca
entre aquello que es tuyo
y lo que tanto has soñado?

¿Que decides, gran bastardo,
llorar hasta desfallecido,
o poner la cara al mundo
mientras termina su suicidio?

Las pasiones te liberan,
te motivan, te envenenan,
te otorgan la causa prima,
pero nunca te alimentan...

Que las pasiones no ganen
esta infinita guerra:
la Muerte quiere tu carroña,
tu razón la desespera.

21 de abril de 2008

Tormenta, una de tantas

.
Brumarás, trueno del infierno,
y seguiré escuchando gustoso con oidos sangrantes.

Quebrarás con tino certero
la suave tela del claroscuro, la tela inquebrantable.

Cegarás sin remordimiento
estos ojos que todo lo ven, pero solo te observan.

¿Matarás al mórbido embustero,
el poeta que bella te ve, terrible Tormenta?

Sin piedad me arrojarás
de la barca que apenas viaja a sotavento...

Me dejarás perecer
entre recuerdos extraños, olas del tiempo...

¿No me dejarás morir
hasta que haya saciado tu egoísta infierno?


No volveré a navegar
entre torpes aguas tranquilas, lúdico cielo...


En tí me he de ahogar,
aunque destrozes mi barca: construiré de nuevo.

Eres malvada, lo sé.
Tus aguas he de domar, te lo prometo.

18 de abril de 2008

Cacería elemental

Escóndete. Huye.
Ahora que puedes.
En este eterno lapsus que no tengo poderes.

Corre a aquel bosque de almas mortales.
No perecerás mientras mi dedo te señale.

Necesito que vivas.
Necesito un vil motivo para salir de caza,
de la Muerte ser testigo.

Cazarte necesito...

Aprecio fielmente
tu sobrada resistencia.
Me gusta verte lucir esa máscara de inocencia.

¿Atraparte? Mi máxima.
Tu libertad no es sacrificio.
Cazaré tu alma. Resipra,
que no cazaré tu destino.

16 de abril de 2008

Una derrota

.

El tiempo, al fin, ha hecho de las suyas.

Todo aroma se fue al carajo. Se perdió en el famoso eter.
¿y ahora? ¿Que nuevos aires tomará la perdición animal?
El deseo ha perdido su forma.
Ya no es ese animal salvaje por el que todo mundo desea
ser destazado, engullido, rejurgitado y vuelto a asimilar.

Volverá, sin duda. El deseo desea carne humana.
El deseo existe porque tu existes. Porque yo escribo.
Porque todos reprimen algo que saben que es bueno.

El deseo se refugia bajo hielo.
Ya no cuenta cuentos.
Ya no acaricia mi espalda.
El tiempo lo ha hecho ceder.

Se cansó de luchar por algo injusto.
Y está en su derecho.
Se cansó de penetrar mi alma seca, sin jugo.
Se cansó de refugiarse bajo mis letras.
Se cansó de no cansarse...

La guerra apenas comienza.
No caerán cabezas. Solo un alma forjada al hielo.

Solo hay que afilar las armas.

14 de abril de 2008

De polaridades

.
El cuerpo atrae al cuerpo.
El alma al alma rechaza.
El alma no es nada al cuerpo.
El cuerpo necesita al alma.

¿Entonces porqué los cuerpos
son tan indiferentes
a los desentendimientos
de las almas?

¿Entonces porque las almas
utilizan a los cuerpos
para fingir acuerdo
con la nada?

¿Entonces porque el cuerpo
anhela el aliento del cuerpo,
mientras la idea del alma
es rechazada?

¿Entonces porqué estas lineas
se dedican a evidenciar
esta estupidez natural
sin lograr nada?

¿Entonces porqué mi alma
vanamente en odiar se esmera,
mientras mi cuerpo entero
se desgana?

-Porque no eres ni cuerpo ni alma-
me dijo una voz pagana;
-Porque de la nada eres
y en la nada todo es calma...

10 de abril de 2008

Bendita Bebida

Deslízate, sangre. Bebida exótica.
Deslízate por su vientre. Hacia abajo. Nunca recta.
Acaricia la piel.
Antes de secarte.

Despierta ese deseo imposible.
Ilumina algo de esa terrible oscuridad,
la que no sacia el alma ni alimenta el cuerpo.
Nutre mis labios mientras secas.
Alaba el brillo jadeante de sus ojos.
Mientras secas.

El tiempo apremia.
Sangre, necesitas ser inmortal.
Necesitas poder ser
conservada en una fina botella,
mientras secas.

Así podré disfrutar
esa característica única,
antes que se pierda
en su último aliento.
Así no tendré que odiar,
sentir de nuevo,
desearr el alma
antes que el cuerpo.
Así me limitaré
a degustar
el sabor más hedonita,
el sabor amargo
de la escencia material.

Mientras me embriago.
Mientras te secas.

7 de abril de 2008

Muerte imperfecta

.
La Muerte está, como siempre, aburrida.
El paciente está, como siempre, enfermo.
La Muerte necesita vida para cesar, por unos instantes, su eternidad.
El paciente tiene un nuevo diagnóstico, esta vez terminal.
La Muerte clava sus ojos en el paciente: ha detectado a su nueva presa.
El paciente muere poco a poco, pero por ahora no le preocupa: no le duele.
La Muerte perfora el hígado del paciente, desgarrándolo con toda la sutileza de un felino noctámbulo.
El paciente se vuelve negligente respecto de sí mismo.
La Muerte siente la debilidad mental, y la exprime al máximo.
El paciente se mira al espejo: el fin está cerca.
La Muerte muestra, al fin, sus ojos: los últimos de la vida de su presa.
El paciente se fatiga poco a poco, hasta ceder a su fiel cama.
La Muerte besa la frente del paciente, el acto más hipócrita que la Naturaleza puede mostrar.
El paciente cierra los ojos por última vez...
La Muerte aprieta el corazón con firmeza, pero despacio.
El corazón del paciente bombea cada vez más fuerte, pero más lento.
La Muerte necesita su último latido, el latido sin mancha que es ella misma, el latido que le permite ser dentro de sí misma, en cuestión de segundos: el latido que le permite morir.
El corazón del paciente se contrae por última vez, el último y eterno latido atemporal.

La Muerte ha muerto y vuelto a la vida en una fracción de segundo.
El paciente lleva en sus venas la vida de la Muerte, y con ella contempla la eternidad del oscuro cofre que resguarda su cuerpo.
La Muerte descansa de su dolor necesario, y vuelve a buscar un paciente más.
El paciente, que ya no está muerto, es libre. Dentro de un mundo vacío, pero libre al fin.
La Muerte es presa de sí misma, está condenada a burlar su existencia sin poder morir por completo. Sin poder vivir lo suficiente.

3 de abril de 2008

Mentira infernal

.
Tienes talento creando verdad,
pero lo sabes, no tiene sentido.
Ahora te ahogas en un mundo real,
un mundo deforme, un mundo maldito.

Aprenderás a mentir,
a ocultar tu precioso líbido.
Porque, al menos por hoy,
nunca sufrir había sido tan divertido...

Tu rostro ocultarás,
bajo el velo del pesimismo.
Pero sabes que sonreirás
detrás de la noche, huelo tu cinismo.

Un infierno se levantará
de tu íntima malicia.
Ese es el mundo ideal,
donde los recuerdos no flagelan las sonrisas.

Admítelo, mentir te sienta bien.
Cuando tu piel se eriza.
Las palabras de amor
son poemas mediocres, sin hipocresía.

Miente, ente bastardo,
hoy lo necesitas.
Antes que el mundo tangible
se coma tu carne y tu escasa alegría.

El harapo del deseo

.
Ver como todo ese deseo gris empieza arañandote la espalda, recorriendo tu cuello y absorbiendote el alma cual sangre, aunque físicamente seastan íntegro como cualquier soñador, por dentro estás tan podridamente caliente, ansioso por morder, por saborear, como si alguna vez hubiera existido la palabra Celibato para tí...

Sentir como la magia de la perversíon te transforma, te hace dudar de lo que eres y estar seguro de lo que haces. Tener la conciencia de que si pasa al contrario, te sentirás culpable, intentarás compensarlo y te delatarás...

Cazar a la presa. Poseerla entre tus dientes. Masticar con finura, con la más recatada finura, para no dañar la piel. Atarla con el cuerpo para conseguir una inmovilidad tan irreal, pero tan estimulante...

El aliento deja de extinguirse. Nunca antes la muerte había valido tan poco. Nunca antes la vida había dejado de ser la más hipócrita de las entidades, pasando a ser aquello que siempre buscaste en el infierno...

Al contrario, el aliento se exalta, se escucha como entra y sale frenéticamente de ls pulmones, cómo se convierte en vapores malditos, en poderosas drogas, las drogas perfectas. La razón no tiene lugar aquí. Las costumbres y los buenos modales dejan pasar, sin chistar, al salvajismo que todo lo arrasa, come, vomita y vuelve a comer...

Las fauces de la bestia se atascan de carne, la mastica, la tragam la devuelve hasta hacerla más insignificante. La muerte está cerca de nuevo. Pero esta vez, sólo te sacará a dar un paseo. Un paseo purificador a traves del multiverso que nadie quiere ver, pero todo mundo quiere alcanzar con sus dedos...

Entonces, la gran Dama toma tu cabeza, la acaricia con ternura, besa tu frente y la vuelve a arrojar al lugar de donde la tomó, con tal brusquedad que hace falta de nuevo el calor de sus manos en tu cara...

Volver a la normalidad. Es muy injusto. Es poco ético ante las leyes naturales. El deseo es blanco de nuevo. La sacudida resultó purificadora. Pero hay tanta suciedad en el aire que se vuele a percudir.

Nunca se limpiará por completo ese viejo trapo. Siempre habrá algo que hacer.

Las bestias regresan a combatir.

1 de abril de 2008

Breve historia de un santito

Hace ocho años que me dieron forma. No se de donde surgí, pero sí sé que unas manos muy hábiles y poco ambiciosas me dieron forma. Quizá esto fue lo único no despreciable de mi existencia.

La cerámica que hoy me da forma ha sido quebrada por el arrebato de un alma consumida por el odio. No supo contra qué descargarse, así que fui el elegido pos su subconsciente. No es justo. Pero prefiero podrirme hoy día en el fondo de un basurero, sin encontrar mis otras partes, a ser un objeto completo al que le piden igual de completas estupideces, que yo no sé como esperan que se las cumpla, yo, un pedazo de cerámica triste, con la edad carcomiendo mi pintura, totalmente inerte, lo cual no me da la paz para la que quizá fui creado.

Me llamaron Juditas recién me cambiaron por dinero en aquella finísima tienda especializada. Me llevaron a un sitio, al cual llaman iglesia, donde hay muchos otros como yo, más grandes incluso, igual de grandes han de ser las cargas que les echan encima a esos pobres colegas. Después de haber sido mojado con un agua que, ha decir verdad, huele rico, me levaron a un altar, al lado de otro objeto que quizá es más importante que yo, y tiene la ventaja de que cuando hace tonterías, cuando hace llorar a la gente o la hace enfadarse horriblemente, a ella no le pegan ni la voltean de cabeza, como a mí. La llaman televisión.

He notado como con un gusto estoico me ponían velas enfrente, velas sucias y muy recicladas, ahora entiendo que cuando hacían eso esperaban que yo saliera volando y curara a un enfermo, o dirigiera la pelota en el partido de futbol que les mostraba aquella, mi compañera, la caja reveladora. Incluso una vez encendieron una veladora, produciéndome un calor horrible, cuando pasaban la historia de una familia que yo no conocía, una familia tan desintegrada pero tan bien vestida. Le decían telenovela, o algo parecido.

Hoy, mi compañera la televisión, mostró que en una de esas competencias de fútbol, el equipo de la familia perdió. Nunca había visto a mi familia adoptiva tan alterada. Era raro. Ya no me prendían veladoras. Pensé que era algo bueno. Pensé que al ver que yo, en mi calidad de figurilla, no podía hacer nada por ellos, dejarían de torturarme con esos pacientes pero malvados castigos. Hasta que pasó lo de hoy.

En la mañana, sonó el teléfono. Era muy raro. Era muy temprano para que sonara.

Después que contestó la señora, la jefa de la familia, unos instantes de compartir palabras, ella pegó un grito a los infiernos, pidiendo clemencia.

Entonces colgó, y en un arrebato de enfado, arrojó el altar en el que mi compañera televisión y yo descansábamos. Había una mesita debajo de la “tele”, así que sólo se rompió el cristal. Poco después escuché que ella se podía salvar. Ella era la culpa de muchas de mis desgracias, pero no por eso iba a desear su muerte.

Yo, en cambio, estaba tan alto, que la caída fue terrible. Me fracturé en muchos pedazos. Mi cara ya no estaba completa. Le faltaban dedos a mis manos, le faltaban las manos a mis brazos. El medallón que tenía en mi pecho ya no era reparable.

Acabé siendo barrido por un enorme cepillo, y me arrojaron a una bolsa oscura y calurosa.

No duré mucho tiempo en esa casa. Ni tampoco volveré a otra. Quizá me fundan y deje de ser yo, formando ahora parte de una nueva figura, tal vez igual, mejor aún, distinta.

Pero pasará mucho tiempo para que eso pase. Mientras tanto, seguiré maldiciendo aquellas ideas que me formaron. No porque no haya querido existir, ni mucho menos porque fue bajo forma de Juditas. Maldeciré aquellos pensamientos que me crearon porque no permitieron que quienes los creen aprendieran a destruir. No permitieron que mi destrucción fuera digna.