23 de marzo de 2008

Tu némesis, solo por hoy (y lo que queda)

Acudiste a mí para alimentar tu fama.
No es de extrañar, viniendo de alguien ególatra por necesidad.
Está bien, hoy accederé a tus plegarias hipócritas.

Cierra los ojos. Duerme. No puedo alimentarte, pero en mi calidad de etéreo, puedo hacerte soñar...

Hola de nuevo. Esta vez, ambos estamos en tus sueños, volando entre millones de impulsos eléctricos aparentemente entrópicos. Tú no eres una absurda belleza humana. Eres ahora un astro, inalcanzable para el soñador promedio. Yo no soy el hechicero verbal que con ociste allá en el mundo tangible, sino un hombre más, con un propósito. Esta noche construí un cohete. Finalmente conseguirás tu propósito.

¿Ves las caras de todos esos soñadores aquí abajo? Esa cara es la del deseo, ese deseo que no ha podido ser saciado, el origen de sus desvelos. Ellos alimentarán esa fama que tanto anhelas, eso que necesitas como fiera en celo. Ellos regalarán su placer a cambio de una poca de tu singularidad. ¿Y cómo será eso?

La respuesta es simple. Ellos tienen deseo. Por consiguiente tienen hambre. Pero son tantos que necesitan un producto de consumo masivo, barato, rico, que satisfaga al instante. Yo les daré aquello que tanto necesitan. Te haré una estrella pop. Te haré un caramelo. Te haré un objeto de deseo, haré de tu cuerpo un fetiche.

Voltea a mi tejado, aquí, en esta vieja casona. ¿Ves este cohete? Este cohete te permitirá conseguir tu propósito.

Te volaré en pedazos. No importa qué tan grandes. Aquí en este planeta de soñadores nos encargaremos de partirte en los trozos necesarios para que nadie se quede sin un pedazo de tí.

No te preocupes por si sales volando por otros rumbos de la eternidad del multiverso. Estos hombres te desean tanto que la fuerza de atracción supera en mucho a la Gravedad.

¿Ya no quieres ser famosa, aunque sea por unos deliciosos instantes de chuparse los dedos, mi bello astro de queso? Pues ahora pagarás el precio por desear ser deseada.

Despegue en T menos diez, nueve, ocho, siete...

¡Despierta! ¡Ya pasó! Tranquila. Todo ha acabado.

No llores, mi bello pedazo de roca comestible. Lo peor de tu sueño ya pasó. En cuento encuentre un pedazo de pan, te terminaré de comer y dejarás de llorar...

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