30 de junio de 2010

Trofeo volátil (Parte 2)

Tomó el vaso de la licuadora, puso un diente de ajo, un poco de mantequilla (a falta de aceite de oliva), sal, pimienta, almendras molidas, chiles chipotle  y caldo de pollo. Treinta segundos a velocidad baja y despues a freir en la cacerola. Agregó las costillas de la señora Ágata, aquellas donde alguna vez estuvieron sus preciosos y redonditos senos, esperó a que marinaran bien, arrancó la carne, limpió los huesos a punta de mordida y con la carne se preparó unas ricas quesadillas con pico de gallo. Una taza de café de olla, ponerse la camisa blanca con rayas grises Aldo Conti (una camisa corriente para un martes corriente) y se fue a trabajar.

De nuevo, lidiando con la estúpida máquina y la pésima instalación de Oracle Database en la máquina previrtualizada de Solaris. Mario se levantó fúricamente a con el pobre de Eugenio, que ya ni un cabello le quedaba y ese estómago de ballena no le favorecía al botón de su saco, y le pidió los discos de instalación para poder crear su propia máquina virtual. "Hay maneras más constructivas de perder el tiempo", le decía mientras le arrebataba los discos de la mano y se disponía regresar a su labor. Mientras se compilaban los códigos fuente, miraba al segundo monitor, divagando en su correo mientras pensaba la manera de usar apropiadamente toda esa grasa que extraería del estómago de Eugenio, quizá haría un hornito con una caja de zapatos y papel aluminio, e intentaría prenderla mezclada en un poco de alcohol sólido y usando sus lentes de amplificador de luz. Si asara bombones no tendrían el sabor más dulce del mundo, pero al menos su mera existencia habría tenido algo de provecho, en el fogón de Mario.

Una vez importada la base de datos de prueba, se disponía al diseño del intérprete SQL cuando su extensión telefónica sonó. Estaba medio adormilado, su brazo cayó pesadamente sobre el auricular, antes de llevarlo a su mejilla. "Esta noche hay reunión del club de lectura. Te esperamos". Mario aborrecía los clubes de lectura. La única manera por la cual se unió a dicho club era porque sus colegas se ayudaban mutuamente a la hora de limpiar los asesinatos que cometían. Pero no le gustaba, de ninguna manera, tener que compartir sus guisos con nadie, mucho menos con el imbécil japonés de Mérida, ya que siempre salía con su estupidez de agregar toques dulces y soya a los lomos. Simplemente la comida oriental lo aburría, y una lengua sofrita con soya y brócoli no era lo mismo a una lengua hecha al más puro estilo mexicano, como su abuelo le enseñó a hacer justo antes de que la esmeriladora del taller fuera a dar a su omóplato derecho y avanzado hacia su maxilar inferior, desangrándolo por completo.

Saliendo de trabajar, se dirigió en su motoneta a la Biblioteca municipal. Dio la vuelta a la manzana para entrar por la parte de atrás, donde un musculoso hombre de color cuidaba la entrada, vestido con una clásico suéter con cuello de torguga, comprado en algún autoservicio. El libro de la noche era Santo y seña, Marco Polo, de William Buckley. Mario lo mostró y el hombre descruzó los brazos y le abrió el portón metálico. La luz era tenue, olía a menudo de hombre mediano. Es un buen caldo, pero la costumbre hace perder el encanto. De nuevo, a jugar póker mientras las tripas se terminaban de cocer y el oriental preparaba un mediocre arroz a la poblana, nada apropiado considerando los pimientos dulzones mezclados con la cebolla picada y el orégano del caldo.

Más tarde, llegó a su casa. Estaba tan cansado y fastidiado que tan sólo llegó a prender la computadora, para ver de nuevo su correo. Esmeralda, chica guapa de la semana, lo había agregado en Facebook, según decía el navegador. Mario no recordaba siquiera haberle enviado petición de amigos. Tan sólo apagó de nuevo el ordenador y se fue a la cama.

Mientras tanto, las voces seguían atormentando sus pesadillas. Esta vez decía algo más concreto: Ya han secado... ya han secado...

3 comentarios:

  1. Estoy enganchadaaaaaa!! Quiero leer más! Bueno, bueno... suena a exigencia... es sólo sugerencia :P

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Nada, usted reclame lo que quiera que para eso escribo. ¿Como puedo escribir mejor si lo hago atenido a mis ideas? La gente que me lee tiene que influir, despues de todo, escribo para todos ustedes.

    Saludos desde el ocaso... y gracias por pasarte a mi espacio.

    ResponderEliminar
  3. por lo q vi tanto frances como ortega son muy muy iguales tienen la misma tematica si no te q cris es mas realista en las miradas frances es como mas fantasia. ambas son geniales...

    ResponderEliminar

Sea usted libre de escribir lo que quiera en este espacio. No busco que mis lineas le gusten, sino que remuevan sus sensaciones...