23 de septiembre de 2008

Historia de un Master (parte II)

Luego de una breve pausa con las miradas, continuamos golpeándonos de la manera más salvaje, gimiendo y blasfemandonos de manera mutua y susurrante. Mi casa es chica, así que intentamos controlar nuestros sonidos y los sonidos de los brutales azotes que nos empezábamos a dar contra los muros, sin embargo yo no pude contener un golpe que Miranda me dio en el estómago, que me sacó el aire. Un onomatopeya (demasiado sugestivo, a juzgar por las incesantes llamadas telefónicas que empezaban a entrar a mi teléfono casi al instante) hizo que cesáramos. Ambos salimos de concentración, la actividad parecía haber terminado.

Entonces Miranda, dejando su tono mitad hostil, mitad hipócrita, me dijo de la manera más dulce y sabia:

- No es del hombre ocultarse tras las sombras si no es por gusto. No lo es esconderse de sí mismo, cuando lo que hay detrás es una necesidad. Tu necesitas dolor, y necesitas gritarlo. Yo te puedo ayudar en tu búsqueda, porque se ve que buscas algo.

Yo asentí moviendo la cabeza. No era religioso, ni mucho menos hoy, pero creí que ella era alguna especie de profeta o diosa que me ofrecía su mano de redención. Era una idea estúpida. Pero sus palabras eran tan bellas que no tuve objeción en hacerle caso. Después de un instante, terminé de mirarla a los ojos para prestar atención al sonido de la puerta, pues detrás de ella estaba un hombre tocando.

Abrí la puerta, y luego de intercambiar unas palabras de disculpa con mi vecino y encerrarme de nuevo en la frágil vivienda, regresó la concentración, por obra y gracia de sus furiosas uñas sedientas de carne en mi espalda, y terminamos lo que empezamos, esta vez escondidos en un delicioso silencio y agitadas respiraciones.

Cuando terminamos, me dijo con una confianza que no me esperaba de una prostituta:

- El silencio es una mascara, en una fiesta de disfraces tan magna y tan ostentosa que es la sociedad. Pero la sociedad es eso, una fiesta, un juego. La vida real es muy distinta. Baudrillard, en este sentido, era un mediocre, un conformista de su realidad, un incorregible flojo, pues no buscaba arañar la máscara, sino maquillarla.
Mi nombre real no lo sabrás nunca, no lo necesitarás. Pero, si tú me lo permites, te usaré para reormarme, a la vez que te reformaré a tí.

De nueva cuenta, no objeté nada. Era sin duda la presentación más bella de una profeta, de cabello castaño y ojos penetrantemente oscuros. Las marcas en su piel eran variadas: hematomas, mordeduras, quemaduras de cigarrillo y perforaciones de las cuales al menos tres cuartos eran mías. A partir de entonces, cuando la tocaba y le hacía notar que quería remediar su dolor físico, y si era posible, mental, ella me detenía y me sonreía. No solíamos hablar mucho. El lenguaje corporal y las acciones lo eran todo.

Al cabo de dos semanas estaba instalada en mi casa. Yo había encontrado trabajo y ella se dedicaba a estudiar no se que profesión que nunca me quiso contar. Ella sabía que yo quería preguntar, pero siempre me detenía. Pensaba que yo no necesitaba detalles, y acabé por hacerle caso.


Antes que empezara a hablarme de sus elocuencias, gustaba de pasar tiempo conmigo leyendo literatura de terror, cuentos bizarros, filósofos incomprendidos y otras ideas que en la TV parecen absurdas o aburridas.
Yo francamente no la entendía, pero la respetaba, y además, disfrutaba mucho su compañía y los encuentros sexuales, sobre todo si dejaban secuelas.

Había sentido una reforma total e integral en mi ser.

Sin embargo, cuando finalmente se decidió a hablarme y esperar mis preguntas, todo cambió drásticamente.

Un día, estábamos dispuestos a fornicar, pero antes de comenzar, me dijo sutilmente, como solía hacerlo:

- Hoy vas a sentir el verdadero dolor.

3 comentarios:

  1. Bien, ya en serio Al hrrera , dicen que el sadomasoquismo es parte de la perversiones sexuales, sera?, aunque hay quienes lo consideran dentro de lo " normal ", será?

    Sea lo que sea eres genial escribiendo.

    Un abrazo

    María

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  2. La dominación y sumisión,(SM) es una disciplina muy antigua, creo que un verdadero Master trae luz para su esclavo, puede obrar milagros. Me ha gustado tu cuento, part I y II, un placer leerte,

    El Master de las Curvas de la Espiral.

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  3. Gracias por pasar por mi blog.
    Me ha gustado como escribes. Saludos
    anamorgana

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