Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
8 de agosto de 2008
Máquina de dolores
Llevaba mas de seis meses llorando.
Un lamento seguido de otro más doloroso. Su garganta tan seca como vacía su vida.
Cada noche que la gran Dama se ocultaba tras las nubes, cada noche que las estrellas reflejaban cuantos mundos alternativos a éste existen, cada una de esas frías y solitarias noches. los graves se conjugaban con los agudos para dar orma a un llanto de perro.
Imaginaba su triste vida, que no conocía el placer. No tenía nada que perder, porque para empezar, no tenía NADA.
Nunca ví sus ojos. Nunca quise hacerlo. Una máquina biológica de sentir pánico por la espera interminable del siguiente día, por la espera de que sea un día no tan cruel.
Hasta donde supe, lo tenía todo para sobrevivir. Todos los días, su tazón de comida y su cubeta de agua estaban llenos. Su hogar, si no era grande, al menos sí era suficiente para correr y ventilar sus gracias.
Todo lo que le faltaba era un niño tonto que le hiciera caso de vez en cuando, que no le viera como una obligación al tener que darle de comer y beber todos los días, que lo abrazara y lo hiciera jugar de vez en cuando.
Su hogar, hasta donde ví, era tan limpio como un hospital. Aunque quizá a eso ayudara el hecho de que la casa estaba sola 16 de cada 24 horas. y logicamente, las otras ocho deben ser utilizadas para dormir.
Nunca vi sus ojos. Nunca quise hacerlo. La única razón para poder desear verlos era por sadismo puro o por estudio de la psicología animal. Ambas muestras de salvajismo, el salvajismo que trato de ocultar.
Hace dos días que su llanto no acompaña mis sueños. Dos días que no me arrullo con cada estela de dolor de su garganta. Estas lineas son una remembranza por su muerte, sea que ya haya ocurrido o no. Estas líneas serán las únicas evidencias de su existencia, una pequeña muestra de lo que puede hacer la negligencia humana en una bestia más valiosa que cualquier persona con nombre propio. Y una pequeña muestra de que mi sueño sólo se concilia con ruido.
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Me ha gustado leerle, saludos!
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