7 de agosto de 2008

El mecanismo de un ser racional bizarro

¿Cansancio?
No. Si fuera cansancio, las piernas dolerían y la cabeza resentiría la falta de oxígeno.

¿Perdición?
No. Si lo fuera, habría muerto desangrado hace tiempo... sin una buena causa detrás. Lo cierto es que tengo razones de sobra para morir.

¿Desventura?
No. No creo en la suerte. La suerte es la conjunción de las membranas de cada una de las diez dimensiones que nos conforman.

¿Destiempo?
No. Soy el eterno mortal que vive de la muerte. Del tiempo mismo vivo, el alma se pudre y el cuerpo sólo sin arte perece.

¿Melancolía?
No. Alguna vez supe lo que era. Hoy no hay recuerdo que pueda herirme. La comezón, empero, es insoportable.

¿Enajenación?
No. Aún estoy consciente de que mi consciencia no me sirve para nada, mas que para recordar mis pecados. Pecados que no fueron pecados, sólo actos llenos de...

¡Odio!
Si. Es el odio. Es el deseo de aniquilar todo aquello que no me pertenece. El sentimiento humano más vulgar. Yo, ser de las profundidades de la razón, busco incoherentemente un sentimiento humano que se adapte a este nuevo calor sanguíneo que el arte me ha inculcado.

Odio al arte, porque es el arte quien me odió primero.

Eternamente lucharemos por sobrevivir. Aunque no creo que alguno de los dos muera... algún día.

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