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Enterrado vivo alguna vez fui.
Hoy, que soy carne nueva, busco venganza.
Bajo mi sagrada tierra alguna vez perecí.
Hoy, que se ser justo, moveré la balanza.
Encontré, de nuevo, tu alma tras la sombra
Del encanto pródigo. Propio de deidades,
Mal administrado en pro de la supervivencia,
Cosechado solo en temporada de huracanes,
Solo cuando arrasan con el extra maquillaje,
Solo si parecen murmurar algo importante.
Perseguiré voraz el rastro de cenizas rojas,
El hedor piadoso que complace mis sentidos,
La luz pegajosa que coloraba mi vista
Y que esta noche ofreceré al sacrificio.
Mataré un cuerpo, un recipiente percudido,
Le extirparé tu esencia, pura como el vino
Del que me alimento desde hace cientos de siglos,
Y la contendré bajo el peor de los castigos.
El cuerpo será cenizas. Las cenizas, de nuevo, cuerpo.
El viento lo transformará bajo nuevos conceptos.
El alma, de vida llena, permanecerá en silencio,
En un rincón de mi mente, prisionera de lo eterno,
Donde no podrá explotar su belleza, su talento
De envenenar mi alimento, de cegar mi pensamiento.
Enterrado vivo mientras el aire que se acaba se hace tibio, y el ritmico latido del corazón se acelera en galope desbocado...
ResponderEliminarEs un genial poema.
Te felicito Al hrrera.
Un abrazo
María