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Brumarás, trueno del infierno,
y seguiré escuchando gustoso con oidos sangrantes.
Quebrarás con tino certero
la suave tela del claroscuro, la tela inquebrantable.
Cegarás sin remordimiento
estos ojos que todo lo ven, pero solo te observan.
¿Matarás al mórbido embustero,
el poeta que bella te ve, terrible Tormenta?
Sin piedad me arrojarás
de la barca que apenas viaja a sotavento...
Me dejarás perecer
entre recuerdos extraños, olas del tiempo...
¿No me dejarás morir
hasta que haya saciado tu egoísta infierno?
No volveré a navegar
entre torpes aguas tranquilas, lúdico cielo...
En tí me he de ahogar,
aunque destrozes mi barca: construiré de nuevo.
Eres malvada, lo sé.
Tus aguas he de domar, te lo prometo.
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