Oh, mi bella Soledad,
¿es que nunca serás mía?
¿Es que tu aroma asesino
prolongará más mi agonía?
¿Serás algún día formal
y me harás eterna compañía,
y evitarás que la Muerte
se apodere de mis días?
¿Me mecerás en tu cuna
de bellos sueños etéreos?
¿Me besarías en la frente
ante la amenaza de mis recuerdos?
¿Me dejarás adorarte
cobijado en tu fino velo?
¿Permitirás que mis letras
impriman tus movimientos?
¿Me regalarás caricias
cuando no me sienta enfermo,
y confortarás mi mente
cuando la cordura ataque de nuevo?
Se que pido demasiado:
es que me gusta lo duradero.
Es que ya no resisto
los encantos de tus besos.
Es que mi debil razón
me detiene en el sotavento.
Es que no encuentro fuerzas
para ocultar que te temo.
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