Que no tomes mi mano, aunque yo tome de la tuya.
Este mundo es irrelevante a los sentidos, tan superfluamente...
doloroso...
Suena bastante bien el darte un ultimo beso,
tocar tus ojos con los mios,
y luego caminar muy lejos,
donde nadie pueda escuchar ni ver cuando muera...
donde nadie pueda ver cuando paso de ser un asesino serial...
a ser un asesino masivo.
Que no intentes entrar en mis sueños, aunque yo esté en los tuyos,
nuestros cuerpos son sólo sombras,
y nuestros sueños son reflejos,
longitudes de onda distintas, que sumadas no son una,
son armónicos, son transformadas,
son vibraciones de fantasmas que atormentan nuestras moradas,
y luchan entre ellos, creyendo estar en su territorio,
y nos arrastran con su tragedia, tan cómica, tan viva,
nos hacen clavarnos al muro de almas en pena,
arañando nuestras espaldas, extrayendo huesos y visceras,
arrojándolos a los perros, como comida, como mondadientes,
como adornos entre sus fauces,
como abono del arte nuevo,
reciclado, resquebrajado.
Somos jirones de un viejo disfraz
que el Demonio vestía elegante,
y al ver que la frivolidad tiene más estilo
y es más barata
nos arrojó como trapos viejos,
consumiéndonos por casualidad.
Que no quieras encontrar sentido de mi lagaña existencial,
pues este reino es de los no-muertos,
de risa fuerte y estirpe abominable,
y casualmente quieren atraparte,
pues eres más que plastilina pura,
pero mis bestias no quieren moldearte,
sino quebrarte, en piezas amasarte
y arrojarte como en tiro al blanco
a la verdad que tanto les humilla,
pues con su dedo índice los incomoda,
les pica los ojos con su luz mortal,
y en sus ojos, torbellinos negros,
esconde el reflejo de su sobriedad...
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