dejame mirar, directo, a esos pozos gravitatorios
que ocupan el espacio que antes eran tus ojos
deja sumir mi ruido mental, incontenible, en ellos
que mi lengua ya no los rebusque, ni me den calor
dejame besar tu fría piel, que hiele mi sangre
que tu indiferencia es caricia, ante el yugo del universo
que quiero irme de estas tierras, ignorado
pero sólo por tí, tan sólo por tí
déjame dejar de sentir, pero a cuesta tuya,
que los árboles tiren hojas por última vez
y que nada viva, nada renazca, todo jirones,
que se sequen mis manos al tocar tus piernas,
que las aves caigan, no de hambre, sino desidia,
al acercarse a este vacío, decidan dejar de volar,
porque no hay rumbo, y no hay origen,
aunque desde el infierno mismo pareciera
que el epicentro del silencio sí existe,
y lleva tu nombre, da igual, en poesía o rezo
déjame respirarte, y que todo acabe,
sin terminar de enterarme si esta luz sin fin
viene del fin mismo, o tan sólo de tí
Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
11 de diciembre de 2021
Chasquido
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