Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
28 de marzo de 2016
Where good girls go to die
Ya no distingo donde habita este sueño maldito. Si frente a mis ojos, cansados de la luz contaminante, o tras de ellos, enmarañado una cabeza que no tiene cura. Araña famelica, incesante, que sabe donde punzar, donde rechinar. Ya no distingo, no distingo el origen de los gritos. Quiza siempre los tuve, aguardando juntarse, crecer, cobrar vida propia. Porque conciencia ya la tienen. O quiza llegaste tu, quien quiera que seas, y los arrojaste a mi pesar, como si fueran zapatos viejos. No distingo si los jirones se hicieron en mi andar, si son defectos de fabrica. Es una pesadilla, hecha de cadaver, huele a cafe, sabe a nueces y llena como papa. Tan seca ya, que llorar no alivia nada en absoluto. Solo resbala. Solo desliza. Ni un intento de cura. Ni una grieta resanada. Quiza no estaba seco. Tal vez, tan solo no hay nada que hacer con este caudal inconsolable.
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