Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
23 de febrero de 2014
Out of order
Cuando, al caer la penumbra, mi mirada te persigue,
la espesa incógnita rasga mi nuca entera,
como si tu sola presencia se tradujera en látigo
para que los sentidos puedan comprender tu intensidad,
y sentir el delicioso golpe de tu ímpetu,
cantándole al viento,
en forma del suave roce de nuestras pieles,
en forma de feromonas
que llenan a borbotones mis pulmones...
Y luego las ideas vuelan
como luciérnagas rodeándote,
cada una guarda una pregunta
que cuestiona ferozmente tu naturaleza,
pues me niego rotundamente
a creer que eres humana...
Eres toda, toda, un instrumento de tortura,
incluyendo tu mirada y la forma de tus uñas,
tenaces, ágiles, deseosas de guerra,
si no entre fieras bestias, al menos sí entre mi carne.
Deseo tu dulce locura, deseo dulce venganza,
recurro a la increíble pasión que me inspiras,
remuevo tus brazos, que no pretenden dar tregua,
y se convierte tu hermoso rostro en la nueva amenaza...
el marron de tus ojos se impone sobre los míos,
no pretendes doblegarme, sino todo lo contrario:
juraría que deseas que soporte tu ternura,
que en mi pecho no exista sino locura abismal...
Siento tus labios trazando firmemente su objetivo,
escribiendo una y mil veces tu nombre en mi alma,
como si no fuera ya indeleble tu tinta,
como si pudiese acaso olvidar el sabor de tu saliva.
Es inutil, no puedo doblegarte con nada,
no puedes lograr tu objetivo si no deseas conseguirlo,
deseo luchar contigo, y deseo ser vencido.
Deseo morder tu cuello y beber de tu alma,
antes que lo hagas conmigo.
No puedes ser licántropa, pues la luna llena
no hace efecto en tus encantos femeninos.
Quiza seas Dama de la Noche, pues tienes su erotismo,
su pasión y su sed, pero no su propósito,
pues un vampiro viste piel blanca, carente de vida,
y de tí emana la vida, escurre a borbotones,
y eso explica el porqué deseo embriagarme,
perderme, ser homogéneo entre tus caricias.
No puedes ser fantasma, ni ser de ultratumba,
pues en ellos el frío es causa de agonía,
y un simple roce tuyo puede incendiar países.
Y no puedes ser humana, no lo cree mi alma,
aunque renieguen todo lo contrario mis sentidos,
aunque mi piel se estremezca al sentir tus labios
queriendome inmolar a base de tiernos besos,
aunque el encantador aroma que desprende tu pecho
me tiente a explorar el resto de tu cuerpo,
aunque tus cadenciosas formas bailen entre mis manos,
o sean éstas las que quieran de memoria aprenderte.
Mi cuerpo insiste, él está enamorado.
Pero no lo cree así mi empecinada alma.
No puedes amar algo efímero, no así,
no puedes amar tanto a ningún ser mortal.
Tienes algo, la huella perpetua,
la luz, el viento, ese extraño amuleto
que te concede andar entre nosotros,
andar entre mis sueños, de manera más longeva
de lo que tu expresión corpórea te concede.
Te amo tanto, y por eso dudo,
tremendamente, de tu naturaleza.
Porque no creo que te pueda amar tanto
tan sólo por tu humanidad...
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