28 de febrero de 2013

En nombre de...


Una vieja botella de vodka guardada, lejos de mi propio alcance. Mi vodka fetiche que dispuse para situaciones especiales.

En nombre tuyo es este trago, moi cherie. En nombre del sabor oscular eterno, de la pasión desmedida, del letargo en mi alma y la cura que hallé en él. En nombre del ardor de tus uñas en mis cuerpo, de los juegos de manos tan eróticos de tan solo mencionarlos. De todo el desahogo que ningún alcohol ni ninguna hierba podrán desatar jamás.

Te dedico este trago, que me envenena tanto como tus ojos. Aquellos ojos que no anhelo, pero en los que aún me pierdo. Quizá lo segundo es consecuencia de lo primero. Quizá, porque es algo que no he pedido, que no he buscado, y me da la bofetada decisiva, la que me hace preguntarme qué demonios espero para perderme en las llamas contigo.

A tí este licor tan mainstream, tódo el que queda de él. Al infalible hecho de que en cuerpo eres todo lo que deseo, y en alma eres todo lo contrario. Al afán de creer que la redención está en desvivirse en aquello que es contrario a uno mismo, cuando la pasión es pasión, y es inmutable, y sólo el amor es capaz de cambiar. A la curiosa paradoja de que el amor se da sin esperar cambios, pero hace cambios per se.

A tí, moi cherie, pues el ser impetuoso de modo bestial es imperativo en mi haber. Pero tu no eres una bestia. No se si decir "sin embargo" o "además", pero eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Y a estas alturas, no creo que nada sea capaz de cambiarlo.

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