¿Te has preguntado algua vez, si es verdad que somos dueños de nuestras vidas, tambien debemos decidir cuando morir?
Un día, un hombre de la selva se acercó a un puma, entre la maleza, para observarlo mientras comía un animal que no podía distinguir puesto que estaba desfigurado y sin pellejos. El hombre se disponía a cazarlo, pero quería darle el placer de poder disfrutar de su última comida antes que su suave pelaje le perteneciera hasta la muerte.
Se acercó sigilosamente, cual cazador experimentado, y entre la apertura de dos grandes ramas de un arbol pequeño posó su mirada para centrar su atención en el puma. El enorme e imponente animal, a pesar de los sigilos del hombre, notó su presencia, y levantó la voz hacia él, sin la menor intención de descubrir su posición: "Sé que estas ahí. Espera tu turno para morir".
El hombre, indignado por el radical cambio de papeles cazador-presa que pretendía el puma, salió de entre la maleza, en calma, sin distraer la actividad destazante del felino. Se acercó hasta que pudo distinguir los pellejos de liebre y los huesos limpios a causa del hambre saciada a medias.
El puma levantó la cara y la dirigió al hombre. Pretendía atacarlo hasta que vió la lanza puntiaguda que portaba entre sus manos, y se contuvo.
- Yo soy el cazador, el poderoso, el que puede convertir a cada ser del mundo en presa, desde los inocentes helechos sobre los que descansa tu botín destruído hasta los grandes montes cuya dureza es impenetrable para las garras de los feroces vientos que vienen del océano. Sólo yo me puedo jactar de tener la habilidad mental de regocijarme con el dolor ajeno, y sólo yo disfruto el que tú sufras entre mis hábiles dedos y entre mis poderosas herramientas que eres incapaz de fabricar o igualar. Yo soy capaz de resolver cualquier enigma que se me ponga enfrente, con la simpleza y elegancia que nos caracteriza a los de nuestra raza. Yo soy superior a tí, y te exijo que no vuelvas a referir palabras similares a las que acabas de pronunciar, pues yo nunca seré tu presa, y prefiero morir por mi propia mano antes que “esperar mi turno” para morir entre tus garras.
El puma, empalagado de la dulce egolatría de las irónicamente amargas palabras del Duque Natura, pronunció:
-Yo soy el puma, el incisivo, el que puede mover el mundo entero a su antojo. ya que muevo los hilos de la cordura de los hombres. Yo controlo tus pesadillas y las destrozo entre mis poderosos colmillos cual liebre huidiza de luna nueva. Me muevo entre tus más asquerosos sueños, vigilante, esperando el momento para atascarte entre tu propia porquería, sofocarte con tu propio aroma plagado de sangre y sufrimiento ajeno. Yo soy el que da tres saltos, un zarpazo y una tierna mordida para introducirme en tus glándulas y contaminarlas con el terror de ser desprendido de manera rasposa y lastimosa. Yo decido cuando vas a morir, y digo que morirás mañana. Y no puedes contradecirme, pues tengo control sobre mí mismo y tu no.
Dicho esto, dió dos pasos atrás, comió una extraña hierba y un bocado de liebre, y volvió a su posición defensiva frente al cazador.
Más hombres cazadores llegaron a la escena, y creyendo al primer cazador en peligro, empezaron a perseguir y rodear al puma, lo golpearon, le clavaron sus lanzas una y otra vez en el torso y la bestia finalmente murió.
En la noche, celebrando la victoria, hicieron finos cortes en la carne del animal y lo dispusieron en una fogata para comerlo. El aroma de las hierbas con la carne era exquisito, particularmente esa noche de caza.
Al día siguiente, una terrible fiebre y un fluído dolor de estómago había colmado la paciencia y la tolerancia del primer cazador. La fiebre subió tanto, que lo hizo delirar, y el delirio era tan agudo que corrió a un acantilado pequeño, y se arrojó de cabeza.
El puma había vencido.
"Yo decido cuando vas a morir, y digo que morirás mañana. Y no puedes contradecirme, pues tengo control sobre mí mismo y tu no."
ResponderEliminarHermoso, Al, como siempre, y perturbador (¿que no es otro modo de decir hermoso?)
Y yo justo hoy discutiendo con mi padre la necesidad de leyes cuando se está más allá... voy a imprimir esto y regalarselo.
Besos.
(Y mis mejores deseos, como siempre)
K.
Magnifica idea, y dulce venganza, -eres un sádico, Al jejeje-. La verdad que me atrapo desde el principio la fábula y me complací con la enseñanza. Eres singular. Te mando un abrazo fuerte Al,
ResponderEliminarRoger
Gracias Al. Sabes que no lo merezco, pero que viniendo de ti acepto cualquier cosa. La suerte fue mía, en todo caso... a veces el cosmos cruza bien los caminos.
ResponderEliminar(Ojalá puedas entrar, sería genial tenerte de compañero de juego... )
Besos
K.
las apariencias engañan ehh nunca me espere ese final sabia que algo algo le iba pasar al "cazador" pero ya se lo habia advertido el puma jeje que sadico y que sarcastica es la vida
ResponderEliminarsaludos
Hace tiempo descubri que si decidimos cuando morir, solo que hay quienes no se dan cuenta de ello.
ResponderEliminarUn gusto leer y releer .
Un abrazo Al.
María
Profundo.
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