He vivido, lo suficiente como para saber de bien y mal,
he vivido más que un dios, y menos que un alma mortal,
pero no lo suficiente para sacarte el corazon a besos
y dedicarle un eón entero a descifrar su ritmo infernal...
Es la música que resuena en los confines de tu alma,
cuyo origen no es tu amor ni tu belleza ensimismada,
los tambores de guerra del Demonio, tan concentrado
en el canto más sublime de la Muerte desenvainada
Eres paz, y eres Muerte, eres daga de doble filo,
eres destrucción quemante, eres el fondo del abismo
donde el soñador y el poeta desean exhalar su vida,
donde la vida envidia cada pústula de tu cinismo.
Al Herrera, poeta enamorado, que bien describes estar en el filo de la navaja o al borde del abismo en una relación. Lo importante es que suceda...
ResponderEliminarUn abrazo
PD. Cambié la música por la que me recomendaste en mi blog, si quieres darte una vuelta. Gracias! :)
Es potente y claro, casi visceral. La dualidad que cargamos con la vida, es inevitable.
ResponderEliminarHa vuelto con todo, mis felicitaciones por eso!
Un poema soberbio que refleja de una forma muy tuya el lado brillante y oscuro del alma, como en la tradición oriental, un mismo dios con las cualidades contractivas, destructivas y conciliadoras, me ha gustado mucho, un abrazo y gusto leerte, Roger
ResponderEliminarEs magistral el poema y bello de esa belleza que me fascina leer.
ResponderEliminarUn abrazo Al Hrrera.
María
tus palabras son para mi los Tambores de guerra del demonio mismo...
ResponderEliminarme traslado a soñadora y poeta y me alisto en las filas sublimes de la muerte aqui esbozada
Besos calidos de tanto infierno
Lil