25 de octubre de 2021

Naufraguemos

La oleada paró, la última brisa se detuvo ante mis pies.
Pero yo no estaba en pie. Yacía, boca abajo, besando sin querer
el suelo del que tanto quería ascender. 
El sopor es tan abrumador que tiene peso en sí mismo,
y sustancia, y forma, la forma del mismo mundo
desde el que tanto quería ...

Es todo tan lleno de nada, tan asfixiante vacío,
que ya no espero un lugar, sino un tiempo,

el tiempo de la tormenta, la más grande, la más devastadora,
la tormenta que le de movimiento a este sopor,

pues no es lo omnipresente lo que me aniquila,
sino tan sólo la quietud, la inevitable quietud,
la que sobrepasa toda fuerza que me queda,
la que tensa los músculos, y espera paciente
a que me libere, me convierta en un suspiro,
y como un suspiro, me desvanezca y forme parte de nada. 

Hay tanta paz en esta profundidad, 
tiene forma del descanso que tanto esperaba.
Pero no sé en realidad de qué quiero descansar. 
Por primera vez en mucho tiempo
tengo una idea en el consciente 
que sólo mi subconsciente conocía.
Por primera vez en mucho tiempo
sé que no quiero morir aún. 

Y cuando la tormenta se huela,
con toda su amenaza derramada en los corazones,
mis fuerzas volverán, pues soy un ser de caos. 

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