Yazco entre sombras que no conoces, y quizás no conocerás nunca, pequeña criatura. Refugios para carne de aquellos que comparten mi origen, palacios que albergan terrible soledad y frío para alguien como tú, pero son absoluto descanso para nosotros los infinitesimales. A veces, mientras cambio de posición para descansar mejor, mis garras rasgan y perforan las sombras. Les llamas estrellas, me parece. Me asomo a través de ellas, tan pequeñas, y puedo verte, y puedo verlos a todos ustedes. Serán inmortales, hermosos, recordados, no por sus acciones y logros, que son tan minúsculos. Sino porque yo los he capturado todos, con mi vista, y porque antes que termine el tiempo, yo seguiré maravillado, con esos munditos microscópicos, que bien podría destruir con un soplido, con un zarpazo, quemando y desintegrando las cuerdas que los tejen, que erróneamente ustedes llaman átomos. Pero no. No me son insignificantes, no como al resto de mis compañeros sin muerte. Encuentro placer en su limitada imaginación, que les hace pensar que el amor que pueden proferir a otros seres y elementos, es infinito per se. Así que en el final de estos tiempos, cuando la frágil membrana que separa tu mundo de mi pelaje sea al fin rota entre alguno de mis encuentros bélicos, llevaré todos tus destellos, los destellos de tus amigos y enemigos, todos en mi iris, y cuando vuelva a haber una guerra de las creaciones, porque la habrá, si mi ser corpóreo pereciera, ustedes permanecerán, siendo almas eternas, sin percibir los conflictos de mi pueblo, que por frívolos que me parezcan, son más allá de su entedimiento. Y esa gema vivirá más allá de todos los tiempos, la parte más hermosa de mi ser, custodiando lo más hermoso que he visto. Maten, mueran, reparen y construyan, criaturas, que lo suyo es apenas juego de novatos junto a las guerras en las que he servido. Que es su inocencia la que me inspira, comparada a la maldad de la experiencia que yo mismo porto al dejar de impresionarme con la supuesta majestuosidad de los míos.
Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
8 de diciembre de 2020
6 de diciembre de 2020
Por si no lo es
No es que mi mundo de vueltas eternas, mientras mi mente está estática, procurando tu vista, anunciando mi deshaciente anhelo, buscando robarte el alma y comerla a versos.
Tan sólo es el síntoma, la adicción obvia, que se vuelve incontrolable al haber probado el más mínimo bocado de tu pensamiento, que se extiende a tus venas, a tu carne, a tu piel.
O lo es todo, todo a la vez, mientras el frío de la ignorancia me cobija, y el calor más sofocante te desnuda, y no es mi alma tan sólo, sino mi cuerpo entero, adoptando la forma y la figura tuyas, que quieren buscar paz, y luego guerra, mucha guerra, tras las estelas de tus yemas, tras las bengalas escandalosas entre tus muslos, donde quiero asesinar todo el silencio que existe, y hacerte mi instrumento de genocidio, donde toda la decencia y buen gusto que quedase en este mundo, todo, pereciera, tras nuestras fricciones.