Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
29 de septiembre de 2015
Ya vete
Me quedo con lo bello, lo que parece eterno. Lo que me hizo salir del abismo. Me quedo con la forma tan magnífica de tus labios sobre los míos, de tu pecho sobre el mío. Me quedo con los momentos felices, tan vibrantes que poseían luz propia. Me quedo con los momentos tristes, e incómodos, que nos hicieron crecer un poco más, poder asomar los ojos sobre la nada. Me quedo con la dicha que tu aroma me daba, que aunque finita, era inmensa. Me quedo con la gracia de tus cabellos sobre mi rostro, perfumados de miel, de sol, de trabajo duro, de letras forjadas. Me quedo con la fotografía de los ojos más hermosos, recuerdo inmejorable de que todo es relativo. Me quedo con el hallazgo más importante de mi vida, el del amor, el que se da, el que se recibe, el que es incondicional, y el que espera reciprocidad también. Me quedo con todas esas tardes y noches alcohólicas, donde las mentes se relajaban y empezaban a divagar sobre los misterios, los verdaderos misterios de la vida. Me quedo con el sabor de tu piel, a veces tensa, a veces quieta, a veces el mar de feromonas que mi ser necesitaba. Me quedo con el tacto de tu sudor, con la esencia de tu sexo, con el vapor de tu pecho, con tu respiración tambaleante. Me quedo con las fotografías todas, de las que he borrado su existencia física, pero jamás de mi cabeza. Me quedo con todos esos "te amo"s, los que dí yo, al menos, en los que lo dí siempre todo de mí. Me quedo con todos esos "te amo"s que salieron de tí para mí, pue aunque no todos fueron reales, valoro el coraje que debiste tener para decirlos. Me quedo con todos esos sueños, hermosos, deseables, que no eran míos, pero los adopté como tales, porque los creí nobles, porque los creí con propósito, y porque aún los siento. Me quedo con el ímpetu de tus acciones, con la ferocidad de tus convicciones, con la decisión de tu mirada. Me quedo con el ser que fuiste. El que dejaste eventualmente de ser. El que algún día serás por siempre, sólo que lejos de mí.
Me quedo con el gusto del saber que, en algún punto, en algún tiempo, lo fui todo para alguien, por años, por parpadeos, la verdad es que el medir el tiempo no importa.
Pues duraste lo que tenías que durar.
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