Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
10 de enero de 2013
... y el viento sopla contra nuestros rostros.
Las estalactitas y estalacmitas se forman con el dolor de tiempos pasados,
cristalizándose en formaciones convergentes... pero no todo es tan malo, ya que nos es imposible tocarlas y herirnos con ellas con estas manos tan... humanas...
... y no se me ocurre otra cosa, mas que besarte.
Y de nuevo te llevas un gran pedazo de mí en ese beso.
Yo te robo un poco de dignidad, pero tu te llevas mi carne y mi alma, con esa rebeldía tan inusual en cualquier otra persona menos en tí.
Y recuerdo entonces porqué te sigo amando.
Miro tu piel, tus ojos, siguen tan vivos... mi pequeña luciérnaga, una vez más has iluminado un pequeño sendero que me lleva hacia donde quiero. Desearía tanto, en serio, tanto, que fueras inmortal...
... pero me has herido, como es usual, como es debido. Darte parte de mi ser, voluntaria o involuntariamente, sigue siendo doloroso. Mírame, mis labios sangran.
Y aunque esa sangre sale de mis entrañas, puedes afirmar con toda seguridad que sabe a tí, y que a tí te pertenece.
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