10 de enero de 2013

Muerto amante




Muerto andante soy,
carente de toda humanidad. 
Me aferro a algo que no me pertenece, 
me extraña seguir pensando por voluntad propia. 
De sombras y recuerdos me alimento, 
ya que otras sangres no me han llenado.
Es absurdo sentir que comes, pero no te alimentas. 
Y tú ahí, rondando diurna, 
tan impetuosa tras el gran telón de tu fachada, 
pretendes odiar lo que se mueve, pero en el fondo
te odias a ti misma con tanta convicción. 
Muerto andante soy, 
pues no te siento en vida. 
Deseo que mi amada Muerte me tome ya, 
pues amarte a tí y a la Muerte es felonía, 
pues tu aliento me aferra a este plano 
que tiene fecha de caducidad, 
pues tú no sabes si beber de mi sangre
o tirarla gentilmente al mar, 
mientras que ella beberá complacida,
beberá hasta el fondo sin parar.
Esta fría noche llena de romanticismo
me canta la impetuosa canción de los amantes. 
Y es que su voz reconforta mi alma, 
pero la tuya me embelesa más...

... y el viento sopla contra nuestros rostros.
Las estalactitas y estalacmitas se forman con el dolor de tiempos pasados,
cristalizándose en formaciones convergentes... pero no todo es tan malo, ya que nos es imposible tocarlas y herirnos con ellas con estas manos tan... humanas...
... y no se me ocurre otra cosa, mas que besarte.
Y de nuevo te llevas un gran pedazo de mí en ese beso.
Yo te robo un poco de dignidad, pero tu te llevas mi carne y mi alma, con esa rebeldía tan inusual en cualquier otra persona menos en tí.

Y recuerdo entonces porqué te sigo amando.

Miro tu piel, tus ojos, siguen tan vivos... mi pequeña luciérnaga, una vez más has iluminado un pequeño sendero que me lleva hacia donde quiero. Desearía tanto, en serio, tanto, que fueras inmortal...
... pero me has herido, como es usual, como es debido. Darte parte de mi ser, voluntaria o involuntariamente, sigue siendo doloroso. Mírame, mis labios sangran.

Y aunque esa sangre sale de mis entrañas, puedes afirmar con toda seguridad que sabe a tí, y que a tí te pertenece.