Ya eran más de las tres de la mañana y Mario aún se encontraba destazando a la señora Ágata. Era una buena vecina, tenía un cuerpo tierno y excepcional a sus cuarenta y seis años. Pero eso no impedía que sus ligamentos fueran tan elásticos y resistentes como el recto de un cerdo. Ni se diga masticarlos una vez cocinados. Después de todo, enero es un mes bastante propicio para conservar las menudencias y huesos a la hora de cocinar caldos. Y, mejor aún, una olla esconde mejor una evidencia tan arriesgada (vamos, se trataba de la vecina del departamento de arriba) que una parrilla. Aunque al final todo iba a parar al estómago de nuestro protagonista.
Así que terminó y, después de haber limpiado con blanqueador la "habitación del miedo", tomó una ducha, quemó el filtro del desague que él mismo había instalado para filtrar la sangre, y se retiró a dormir. Iba a ser un lunes muy atareado, pues tenía que entregar el avance del gestor de base de datos que se le había asignado y tenía que estar fresco para exponer ante el grupo de trabajo. Para su fortuna, implementar una clase en JSP para leer una base de datos en SQL no era nada del otro mundo, no mientras el cliente no exigiera mas que entrada y salida de registros fijos.
Dicho y hecho, el lunes expuso su idea de un módulo, una sola clase que ejecutara todas las peticiones del cliente sin tener que recurrir a distintos módulos separados que "desunificaran" la secuencia de programación de los desarrolladores. Incluso vistió corbata, la cual compró exclusivamente para la ocasión, una Federico Zegna azul marino con rayas amarillas. Definitivamente llamaba la atención e inspiraba carisma. Pero el jefe de desarrolladores insistió en que trabajar de ese modo era una pérdida de tiempo, argumentando que el tiempo de ejecución se vería severamente afectado ante la petición de muchos clientes, ya que el servidor tendría que tener abiertas múltiples instancias del módulo para poder atender a todas las peticiones, y ya que el programa sería muy extenso, se necesitaría un servidor con capacidades que la empresa no estaría dispuesta a pagar. Y menos considerando que el servidor que tenían instalado era una computadora de escritorio HP con 2GB de RAM, lo cual les parecía un hardware bastante robusto, incluso tratándose de una computadora de hogar.
El jefe no menospreció a Mario ni mucho menos. Pero se sintió brutalmente ofendido. Antes de salir de trabajar, se conectó con un proxy europeo a la base de datos del IMSS y extrajo información de una guapa agente de ventas de Epson que le había dejado su tarjeta el viernes pasado. Decidió que era una oportunidad de sacarse el estrés de encima, así que reunió sus datos en su memoria encriptada, apagó su estación y salió a realizar las compras. Compró una pizza Red Baron congelada, unos nuggets de pollo, un litro de blanqueador, medio galón de agua purificada, una botella de vino chileno, un kilo de sal de mesa, queso ranchero, chipotles y tortillas integrales. Una dieta que nada beneficiaba su cutis, excepto porque ese día iba a comer carne fresca.
Así que llegó a su casa, puso a calentar el caldo, agregó unos chiles y, en lo que terminaba de cocerse la señora Ágata, se preparó unas quesadillas, se sirvió una copa de su nuevo vino, la mezcló con un caballito de vodka que quedaba en la licorera debajo de su almohada y se sentó frente a su computadora a leer la información que había descargado.
Era un escritorio bastante ordenado. Tres monitores, uno LED y dos de cristal líquido, conectados a una Mac Pro, teclado y mouse inalámbricos usualmente guardados en el cajón de enmedio, y un sencillo sistema de sonido para escuchar música. Una foto de un gato negro, su primer gato (su primer asesinato) y una llave digital de Porsche, adaptada para abrir la habitación del miedo.
En el monitor de la derecha aparecía la lista de novedades de sus amigos en Facebook, el de la izquierda permanecía apagado, y el del centro desplegaba el historial médico de la señorita Juárez. Esmeralda, se llamaba. Bonito nombre para bonita mujer de veintitrés años. Carrera técnica, aborto reciente, recetas de antidepresivos, cauterización de cuello a los ocho por una cortada en un accidente automovilístico y una atención médica precaria. A Mario le gustaba leer de derecha a izquierda, de abajo para arriba. Tez blanca, cabello castaño, ojos cafés oscuro, 1.70, y a juzgar por la mirada de la credencial de elector, una vida simple pero decorosa. El estereotipo de la mujer que trata de sobrevivir la cotidianeidad a través de grupos religiosos y drogas suaves, que trabaja arduamente para demostrarle a no se quien no se qué, y que llega a su casa todas las noches a cenar una pieza de pan dulce y a conciliar el sueño pensando en lo patética que es su vida al intentar no ser patética.
Mario terminó de escribir el parser de Excel 2007 para PHP que tenía pendiente de la semana pasada y se fue a dormir.
Una voz le gritaba, muy al fondo. Le pedía compasión. Estaba oscuro. Mario corría, buscando esa voz. No sabía si era una de sus víctimas pasadas o era la última novia que tuvo, a la cual le taladró la garganta con una broca 5/16, sin darle tiempo siquiera para suplicar por su vida. El trozo de diente que brincó a su párpado izquierdo aún le lastimaba. Pero esta vez sentía la sangre correr hacia su boca. Era extraño, la sangre sabía a naftalina, y conforme bebía, la voz gritaba más fuerte.
Mario despertó empapado en sudor frío. Se levantó a darse un regaderazo mientras pensaba en la metáfora de su sueño. Eran las dos de la mañana. Aún quedaba tiempo de dormir bien.
Quien haya leído American Psycho encontrará familiar este (abreviado) modo de escritura. Esta vez voy a escribir con dos días de diferencia, quizá mas, cada entrega, y me entregaré por completo a la improvisación. Si alguien lee esto, le pido me desee buena suerte. Estoy en una mala racha, y necesito apoyo moral para seguir escribiendo. Claro, si tú que estaś leyendo tienes interés en que yo siga haciéndolo.
ResponderEliminarprimero: el interés siempre presente, y quiero suponer que me sabe fiel lector.
ResponderEliminarsegundo: familiar, claro, y no alcanzaba a discernir si era el psicópata o era otra cosa; y sin embargo tan peculiar como un escrito suyo tiene que ser.
tercero. muy interesante, y esperaremos el resto.
calculo que no cree usted en la suerte, pero tiene cuente con mis mejores deseeos en pos de su creatividad y aquello que hace que peuda uster producir rarezas enjoyadas como esta.
saludos
jonessy
a mi se me hizo estilo Chuck Palahniuk (es un halago)
ResponderEliminarquiero suponer que también es a proposito la insistencia en decir marcas.. hablas desde SQL hasta Excel pasando por HP y Porsche jajaja
te pagan comision? jaja
Aunque no soy muy amante a la lectura sobre el canibalismo, debo decirte que lo haces con una gracia peculiar, ambas historias son ricas en detalles, torceduras y poseen los ingredientes que la hacen de real interés. Eres muy intenso. Bueno eso lo sabes. Un abrazo y buen finde bro!!!
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