No te escondas, ya sé que estás llorando. He visto un lucero tuyo parir una cristalina gema destinada al olvido, como lo es la vida misma. He visto una de tus muñecas exterminar esa pobre lágrima, difuminarla en su cuerpo. Y te pregunto ¿Tiene sentido que mates todas esas lágrimas? ¿Tiene sentido que esas pequeñas e indefensas muestras de dolor tuyo mueran? Mejor aún, ¿Tiene sentido que vivan?
Traer al mundo una lágrima no es una tarea sencilla por sí misma. Ya te habrás dado cuenta de eso. Yo, en vida, me encargué de traer muchas de esas pequeñas a una vida frágil y fugaz. Ahora quiero que entiendas algo: cada lágrima es un alma. Cada vez que entristeces, cada vez que un golpe o rasguño te hace querer llorar, un sentimiento totalmente autónomo surge en tu mente. Porque quizá no lo sabías, pero tu cerebro es una fábrica de seres. Y cada vez que lloras, preparas a una de esas criaturitas a contemplar el mundo, las circunstancias que la orillaron a nacer, que la obligaron a existir.
Si tu hubieras elegido entre existir y sufrir, o existir y vivir efimeramente, o simplemente vivir en un mundo donde no tienes que sufrir porque la materia te merma y te malmodea, ¿que hubieras elegido? Olvídate del amor de tu vida, de tus amigos, tu familia, incluso (debo decirlo así, pues eres humano) de tu automóvil, de tu libro de autógrafos, de tu colección de cómics, poemas, pornografía, fetiches, recetas de cocina y música que te costó años y años de compilación. Imagina que no conoces nada mas que tú mismo. ¿En verdad habrías elegido una existencia material?
La vida no es justa. La vida, en ese sentido, no fue justa para tí. ¿Porqué habrían esas pequeñas lágrimas de correr con la misma suerte?
Ah, pero no te preocupes, pequeño amigo. Aún puedes hacer la diferencia. Un diminuto y sustancioso sacrificio. Suena cruel, pero es mi propuesta: perder una vida, la tuya, a cambio de salvar la de miles, tus ideas.
¿Que pasará cuando crezcas, cuando tus ideas maduren? Lo que a todo ser vivo, amigo. Nacer, crecer, reproducirse y morir. La etapa de reproducción, particularmente, es la que me interesa describirte. Verás, una idea, en conjunto con otra, no generan una tercera. Tu cerebro es una poderosa maquiladora, creando engendros de todas formas y tamaños a partir de un modelo. Hoy piensas en un carro, mañana piensas en una tienda, y al cabo de tres días tienes una concesionaria. Para los sentimientos es la misma historia cantada. La diferencia es que los sentimientos no cabrán en donde sea que decidas guardarlos. Tienes, por tanto, que deshacerte de ellos.
E, insisto, ¿es justo para ellos?
Llegará un momento en que todos esos seres, ideas, sentimientos, dolores y placeres, todos ellos mueran. Se empezarán a podrir, carcomerán tu ser completo. El dolor será inevitable. La vejez es tan sólo una de las consecuencias de esta masacre. Ya conoces el resto: las fuerzas te faltarán, dudarás cada vez más de tu existencia, te cuestionarás sobre la existencia, en general. Sentirás más y más necesidad de vaciar tu mente: gritarás, blasfemarás, y por supuesto, llorarás. Finalmente, la Muerte llegará a tí. Y sabes que no te tomará de la mano. No, eso es poesía absurda. Te tomará del corazón, del hígado, de tu cabeza, las estrujará como si fueran esponjas sucias, las estrujará hasta que queden limpias de tus fluídos. Hervirá tu sangre, la mezclará con peligrosas sustancias, producidas por tu mismo cuerpo. Arrancará tus nervios, los estirará y maltratará como si fuesen objeto de odio. Tomará tus intestinos, y los perforará. Te desangrarás por completo. Vomitarás tus propios fluídos, tu desayuno y tu cena del día anterior.
¿Realmente quieres sufrir así? Yo no quiero que sufras, querido amigo. No quiero que sufras tú, ni esas miles de almas que seguramente estás creando en este momento. ¿Sabes? Por eso alabo a los artistas. Cada vez que un alma muere, ellos hacen que valga la pena, plasman su escencia en una nota, un trazo de pintura, un cartucho fotográfico, un dibujo de tinta, y su vida queda plasmada en la materia por un tiempo mucho más largo que lo que hubieran jamás durado sus vidas.
Pero no eres un artista. Y no me gusta ver tanta muerte en un sólo lugar. Y por eso te extiendo mi mano, y mi apoyo incondicional. Tengo toda clase de armas. De fuego, blancas, bolsas de plástico, sogas, vehículos. Puedes hacer de tu muerte una obra de arte. Puedes crear algo digno de los periódicos, y todas esas vidas que extermines durante tu empresa quedarán plasmadas para la eternidad.
Y si no eres capaz de hacerlo por tí mismo, cuenta conmigo para lo que necesites. Considéralo, y te deseo la mejor de las muertes.
Atentamente,
Un amigo que te quiere.