Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
17 de marzo de 2009
Afrodisias (Parte I)
- Entonces, la hermosa Circe nunca ha contemplado la luz del día - le dijo una de las sacerdotisas a su compañera, que preparaba la poción insensibilizadora con unos helechos que había recogido a la entrada del recinto.
- Así es. Y no se te vaya a ocurrir hablarle ahora que vayas a darle de beber esta poción. Ella ya sabe lo que debe saber del mundo.
Circe no conocía mas que la luz de las velas de su siempre cerrado calabozo. No sabía lo que se siente respirar el aire exterior, perfumado de frutas de temporada, de mierda de perros atragantados ni de jovencitas desvirgadas fuera de las ceremonias atenienses.
En efecto, Circe tenía prohibido sentir. Ella ya tenía suficiente con la carga de sabiduría de sus secreciones: venas, vagina, ojos, cuero cabelludo, axilas. Todos los agujeros que excretaran algo que no fuera su mierda eran exprimidos con repulsiva ansia, a tal grado que siempre salía malherida al menos una vez a la semana. Si Circe señalara con el dedo a cualquier otro ciudadano griego que se le atravesara, y si ella fuera consciente de su realidad, podría exclamar con franqueza "ese griego sabe lo que es el placer y yo no".
Las otras sacerdotisas que la acompañaban tenían el derecho de salir a las calles hacer lo que cualquier mujer. Debían extraer libros y pinturas, y debían aprender a tocar las melodías de la época, para presentárselas en privado a la semidiosa. Y una vez que hubiesen acabado, su deber era preparar el ritual de la orgía. La chica, que entraba en su plenitud, bebía la pócima, y a continuación, las otras damas empezaban a masturbarla y a manosearla. El ritual indicaba que debía secretar el jugo de seis orgasmos y sudar lo mismo que un hombre cuando carga una mujer durante una hora. La temperatura del lugar era favorable para tal efecto, así que después de un ligero baño con agua pura, la bebida reveladora de los buenos y los malos tiempos estaba lista para beber.
Pero Circe nunca había, realmente, sentido placer.
Circe imaginaba la luz del sol como una enorme veladora, cuya flama descansaba sobre la estatua de Atenea, en su tan cercana Persépolis. Imaginaba que ella, la luz reveladora, algún día sería expuesta a su luz para mostrar a todo el pueblo griego el principio y el fin de los tiempos.
Y no se había dado cuenta, pero soñaba en ser libre. A fin de cuentas, así había sido educada.
La hermosa Circe, de piel tan blanca como la leche que bebía cada mañana, tan tierna como la seda tendida sobre la piel humana, y tan noble de cabeza como sólo un niño puede serlo, conocía el clima del mañana, los lugares por donde entrarían los extranjeros a conquistar, las rutas marítimas que los comerciantes debían tomar, la pintura de moda y el olor de las mujeres, incluyendo el propio.
Pero no conocía el aroma de los hombres, el resplandor del sol, el placer, o mejor aún, el placer seguido del dolor, el antojo de mariscos ligeramente cocinados a las brasas, la profundidad del orégano, los perfumes más sensuales, la brisa del mediterráneo, la acidez de las naranjas ni los orgasmos.
Circe era una diosa. Circe era un juguete.
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Es triste la historia de Circe, como mujer y como cualquier ser humano, que merece libertad y de disfrutar de cosas tan sencillas como el sol o un aroma... qué triste...
ResponderEliminarBuena historia... un beso!
Pobre Circe... perderse de todo esto... acaso la preparan para algo... o ella es la elegida para algun rey mortal????
ResponderEliminarme atrapaste... no tardes...
etterna tanay
la historia esta genial, me ha gustado... te invito a leer historias en http://notas-del-silencio.blogspot.com/
ResponderEliminarque la oscuridad te acompañe!!
interesante esperare ancioso la segunda parte.
ResponderEliminarun abraso.
no todos los mortales nacen para conocer las cosas 'normales', seguro q a través de su dolor y soledad Circe algún día estará orgullo de haber sido preparada para otros fines más elevados
ResponderEliminardespués de todo según entendi, ni siquiera Circe está completamente consciente de su condición de esclava
en fin, chido post
Gracias a todos. Los leo.
ResponderEliminarEs terrible la vida de Circe si se toma como agradable lo contrario a sus vivencias.
ResponderEliminarCirce de la mitología griega era una diosa además de hechicera con grandes poderes.
Interesante relato Al hrrera, con ese enlazar que hace seguir leyendo y en espera de un final ... imprevisto? .
Un abrazo.
María
Final Imprevisto?
ResponderEliminarHa. SIEMPRE LAS MATO.
Procurarè hacerlo de manera... digamos... deliciosa. Se lo merece. Pronto lo veràn.
Gracias, de nuevo. Siempre agradecido.
Fascinante, aguadare como muchos el final, pero no la mates porfa, sip?
ResponderEliminarUn abrazote y felicitaciones, escribes muy bien tesoro, Roger