Pasaban los días, y tú, estando tan lejos, te volviste éter. Aún te respiro, pero el resto, el resto es puro aire.
Se siente tan letárgico, tan venenoso. La vida misma es un detrimento a la existencia.
Tu recuerdo se volvió perenne, y tu presencia, tan marchita, se convirtió en la maleza.
Es una verguenza anhelar aquello que es hermoso e intangible, sobre aquello que es hiriente y palpable.
Añoro tus recuerdos más que tu sola presencia. Y así me convertí, confirmadamente, en el monstruo que creí que no era,
cuando compartíamos dialécticas de pan.
Si un día decides volver a cruzarte conmigo, carga herramientas y un cuento rojo. En mi masa gris hay una realidad que componer antes que pueda volver a ser poblada .