No es de tí, lo juro.
Es de ese sentimiento de culpa consumido por la belleza de la melancolía. Una culpa no buscada, no merecida, pero latente, y forjadora de proezas.
No es de tí, lo juro, sino de la manera en que abordas los problemas, consumes almas lenta y cuidadosamente. Embalsamas los restos en una amalgama de recuerdos hermosos y guardas la crisálida, con cariño, en tus recuerdos, esperando a que germine todo un jardín de belleza. O caos. Diferencia de sobra.
Es de tu arte, de tus ojos sobre ella, abrazándola y dandole forma a figuras en el aire que siquiera sabía que existían.
No, no es de tí, es de tus manos, que saben enredarse en mi carne. Como fantasmas con esencia permanente, apenas si desaparecen con el tiempo. Mi piel no conoce de tortura, pues confunde el placer con tus garras haciéndome trizas.
No es de tí, tan sólo de tus sueños ambiciosos, porque parecen tan caóticos que algún atisbo tendrán de certeros.
No, no es de tí, lo juro, no de tí de quien me estoy enamorando. Sólo de todo aquello que representas.