Esta gubia la hice a mano
Para saber quién de los dos
Será la obra, será el lienzo
Y quien será el perpetrador
No me mires, te avergüenzo
Te resto imaginación
Extiende, inerte, la piel y el hueso
Dame forma y dame color
Date la vuelta, cede tu espalda
Que tus ojos tienen mas desdén
Hoy se lamer y se de plástica
Gritame más, te va muy bien
Mátame, pronto, que yo sigo,
La larga espera no es mi fuerte
Píntame de negro si te duele,
Píntate de rojo si me quieres
Somos estrellas hechas jirones
Cadáveres de almas insensibles
Mancha de rojo todo lo que puedas
Mancha todo mientras aún importe
Quise escribir en este espacio una analogía al color rojo. Pude citar la sangre, la carne, los ojos vampíricos, el aroma de la muerte... Pero no. Este blog es rojo porque yo lo deseo. Eso debería bastar.
15 de agosto de 2017
8 de agosto de 2017
Ya había estado aquí. Tratando de simplificar todo aquello que siento cuando no tengo los ojos cerrados, la misma luz al fondo indicando la salida del trance, el mismo jade inyectando vitalidad en este negro tan negro,
Pero hoy es distinto. Una fracción del universo es distinta.
La que busca propósito para sí, supongo.
Y es que, estando en este sopor tan familiar, habitándolo tanto tiempo, nunca había caído en cuenta que el universo es cognosciente.
Y mejor aún, que tanto tiempo deseándole malaventuras han rendido frutos. Tampone sabe porqué está aquí.
Jamás le he deseado mal a nadie. Y mi excusa aquí es quizá que el universo no es alguien. Vive y siente, pero no es nadie. No tiene personalidad, no tiene voluntad ni destino.
Pero es justo ahí donde pretendo evolucionar. Tener un aliado por primera vez. O aliada. ¿El universo será femenino? Empiezo a creerlo. Tú sabes, por el encanto, el misterio, la mirada inocente y la planificación latente. En fin. Solo visualízalo. Ese ente enorme y sin rumbo, Igual que yo. Buscando respuestas por el mero afán de encontrarlas. Por auténtico amor al arte. Yo pongo la capacidad de asombro y ella la inmortalidad.
Nunca más volver a preocuparse por la corporalidad. El amor. Incluso la cordura del propio pensamiento. Alguien más se encarga ya. Hay cosas más relevantes para un ser independiente del espacio tiempo. Poder evocar a tus muertos y reanimarlos para qu beban te contigo, aunque te desagrade. Prescindir de la necesidad mundana de revivir muertos.
Llegar a casa y arrojar los soles con el resto. Esperar a que mueran y comerlos mientras son agujeros negros, mientras tienen substancia.
Reflexionar sobre comer soles murientes. Curioso que es todo lo que llenara la ausencia de aventuras por los próximos millones de años, en lo que otra civilización evoluciona suficiente como para salir a jugar al patio del cosmos.
Y gastar nuestros días viendo microorganismos nacer y morir. Todo el tiempo. A velocidades de ráfaga.
Empiezo a aburrirme.
Antes estaba tremendamente triste.
Ahora estoy aburrido. E igual de errático. El Unierso salió ganando, tiene mi imbecilidad y siempre hay algo que hacer con ella.
Yo solo soy inmortal, e impaciente.
Todo lo que quería hacer es ver el fin. Ver si volvía a empezar.
La eternidad es un poder poco responsable y si muy monótono.
Pero ya vi el día de mañana. Ya probé el sabor de las estrellas. Ya sobrepase las limitaciones del amor, de la vergüenza. De la enfermdad. De la cordura. Dejé de sonreír. Pero el universo ahora ríe como idiota. Esto no fue buena idea.
Mierda. Extrañare morir como una persona normal.
Pero hoy es distinto. Una fracción del universo es distinta.
La que busca propósito para sí, supongo.
Y es que, estando en este sopor tan familiar, habitándolo tanto tiempo, nunca había caído en cuenta que el universo es cognosciente.
Y mejor aún, que tanto tiempo deseándole malaventuras han rendido frutos. Tampone sabe porqué está aquí.
Jamás le he deseado mal a nadie. Y mi excusa aquí es quizá que el universo no es alguien. Vive y siente, pero no es nadie. No tiene personalidad, no tiene voluntad ni destino.
Pero es justo ahí donde pretendo evolucionar. Tener un aliado por primera vez. O aliada. ¿El universo será femenino? Empiezo a creerlo. Tú sabes, por el encanto, el misterio, la mirada inocente y la planificación latente. En fin. Solo visualízalo. Ese ente enorme y sin rumbo, Igual que yo. Buscando respuestas por el mero afán de encontrarlas. Por auténtico amor al arte. Yo pongo la capacidad de asombro y ella la inmortalidad.
Nunca más volver a preocuparse por la corporalidad. El amor. Incluso la cordura del propio pensamiento. Alguien más se encarga ya. Hay cosas más relevantes para un ser independiente del espacio tiempo. Poder evocar a tus muertos y reanimarlos para qu beban te contigo, aunque te desagrade. Prescindir de la necesidad mundana de revivir muertos.
Llegar a casa y arrojar los soles con el resto. Esperar a que mueran y comerlos mientras son agujeros negros, mientras tienen substancia.
Reflexionar sobre comer soles murientes. Curioso que es todo lo que llenara la ausencia de aventuras por los próximos millones de años, en lo que otra civilización evoluciona suficiente como para salir a jugar al patio del cosmos.
Y gastar nuestros días viendo microorganismos nacer y morir. Todo el tiempo. A velocidades de ráfaga.
Empiezo a aburrirme.
Antes estaba tremendamente triste.
Ahora estoy aburrido. E igual de errático. El Unierso salió ganando, tiene mi imbecilidad y siempre hay algo que hacer con ella.
Yo solo soy inmortal, e impaciente.
Todo lo que quería hacer es ver el fin. Ver si volvía a empezar.
La eternidad es un poder poco responsable y si muy monótono.
Pero ya vi el día de mañana. Ya probé el sabor de las estrellas. Ya sobrepase las limitaciones del amor, de la vergüenza. De la enfermdad. De la cordura. Dejé de sonreír. Pero el universo ahora ríe como idiota. Esto no fue buena idea.
Mierda. Extrañare morir como una persona normal.
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