Quiero comerte la carne
debajo de tu carne.
Siento tanto deseo de embriagarme del aroma de tu cuello, contaminar mi perfume
con el tuyo, sentir que me consumes poco a poco, al tiempo que yo me alimento
de tu belleza, un intercambio de energías tan delicioso, tan seductor… tan
erótico… tan saludable… tan tierno, que no hay lugar a la tregua.
Tengo tantos deseos de borrar todo dolor de tu espalda, absorberlos con mis
labios, sentir cómo empiezan a arder mientras tu piel se hace más adictiva, más
tersa… sentir tus delicados senos con mi mano derecha, mientras la izquierda se
dedica a bailar por tu vientre, tus caderas, tu pierna y luego tu entrepierna,
recorriendo ese delicioso camino una y otra vez, al revés y al derecho, sin que
encuentres un momento de tranquilidad… deseo que sientas éxtasis, la
sensualidad que sólo una mujer puede conocer en sí misma, usando mis manos como
un instrumento…
Quiero comer al unísono los labios de tu vagina y de tu boca, comparar ambos
elíxires, deleitarme de ellos, beber sin cesar… beber sin parar… como si no
hubiera otra cosa en el mundo que saciara mi sed, porque la única sed que tengo
es de ti… quiero decidirme por sólo uno de esos brebajes, sólo uno, pues moriré
eternamente en tus brazos si bebo un solo instante más de ambos… mi corazón
estalla, tan sólo desea más… mis ojos buscan los tuyos, pero mi lengua busca tu
calor más íntimo…
Quiero penetrarte, suavemente, sin desespero, no hay nada de que desesperarse…
quiero sentirme dentro de ti, que me sientas dentro de ti, aguantando la
respiración con sutileza… quiero sentir tus manos amoldando sus uñas y sus
yemas en mi pecho y en mi espalda, preparándose para desgarrar toda la carne
que puedan tomar de mí… quiero que no te preocupes en lastimarme, quiero que
desesperes y enloquezcas cuanto sea necesario esta noche…
… porque esta noche soy solo tuyo, soy tu objeto de deseo, soy tu sumiso,
quiero que me tomes, me humilles bajo el poderío de tu cuerpo, mientras mis
ojos empiecen a revelar disgusto y sentimiento de revolución, y los tuyos, tan
marrones y tan tiernos, me ordenan que siga, que obedezca, que me entregue… que
coma de tí cada vez que tu comas de mí…