Aún puedo ver esos recuerdos, simultáneos, instantáneos. Todos estampándose dentro de mi mente, unos contra otros, una orgía plástica justo antes de acostarme en mi cama. Mi cama. Merezco una cama, entonces. Debe ser, porque la tengo. ¿No? Al día siguiente, la mayoría de las veces, me levanto a hacer algo productivo. Trabajar para la máquina de hacer dinero capitalista. Donde los pobres no tienen para comer si no me acerco a darles una moneda, o quizá tienen más que yo, y tan sólo son beneficiados por una cultura donde la misericordiosa corrupción es amigable.
Lo tengo todo. Todo lo que necesito, al menos. Tengo, por ahora, trabajo, dinero, amigos, algo productivo que hacer en mis ratos libres, excepto quizá este en el que escribo, la soledad que mi inconsciente pide. Tengo presiones a las cuales me puedo dar el lujo de renunciar. ¿Y que? ¿Donde queda la maldita felicidad que me dijeron en el kinder que existe? ¿Donde está esa puta arrastrada a la cual me puedo follar todos los días para sentirme lleno de vida? Alguna vez me la imaginé como una de las musas, una ex-novia de Sueño, el personaje de Gaiman. Coges y escribes. Todo fuera como eso.
Aún puedo ver esos recuerdos, simultáneos, instantáneos. Todos originados en mis sueños, presentes antes de levantarme. De un tiempo acá, todos los días recuerdo mi cuerpo colgando de un bastidor de clóset, o envuelto en una parda mancha seca de sangre, o con un precioso agujero quemado en mi pecho, debido a un disparo a quemarropa proveniente de mi misma mano. Todos los días recuerdo que en mis sueños, tuve el suicidio más satisfactorio que pude haber imaginado. Debo admitirlo, nada originales, pero bastante drásticos y efectivos.
Y, al menos por hoy, Agripa se ha adueñado de mis ideas. Particularmente, uno de sus Tropos, el que dice que la aceptación de la verdad es, en sí, un desacierto. Asumir que mi amada Muerte es una hermosa mujer que me seduce, y me invita al gran final, en el momento más apropiado. ¿Y que tal si tan sólo es un alma maldita que se llevó un trozo de mi ser, y lo devoró como un chocolate, dejando impregnado de ella ese enorme hueco que no he podido sellar?
¿Y que tal si tan sólo es un ser terrenal que, incapaz de terminarme, deja que la incertidumbre haga lo suyo?
¿Y que tal si tan sólo es el hecho de que no tengo un iPad?
¿Puede ser tan deleznable, o tan justificable, en una persona, desear a alguien de la misma manera en que deseas un artilugio de producción masiva? No por que quiera el iPad. Aborrezco el aparato. A lo que voy es, ¿Ambas son materiales, no? ¿Persona y cosa? Quisiera pensar que así es. Quisiera pensar que es así de banal la vida. Porque de serlo, puedo acabar con el vacío de mi alma comprando el artilugio de moda, y cambiarlo cuando no sea suficiente. ¿Estas llorando? ¡Conectate a internet! ¿Te sientes triste? ¡Compra tiempo aire! ¿Estas fastidiado de tu entorno? ¡Saca tus audífonos! ¿No te gusta Britney? ¡Anda, existe Lady Gaga! ¿Morenas? ¡Pues Beyonce! ¿No encuentras en que gastar tu vida? ¡Regálasela a una multinacional!
No tengo el valor de suicidarme. Lo sé, lo he intentado. No tengo la intención de hacerlo. Hay mucho que hacer por aquí antes de eso. Pero si mi amada Muerte es una mera jugarreta de mi mente, desesperada por algo de hermosura en donde no puede encontrarla, entonces la belleza no existe. No tiene sentido que luche por ella. El capitalismo será el castigo adecuado a mi incredulidad. Es muy simple. Si quiero dejar de sentir vacío, debo dejar de pensar en él. A costa de acrecentarlo.
Quizá entonces, cuando me de cuenta, me anime a tomar el cuchillo, clavarlo en mi abdomen y darle vuelta, para que jamás cierre.
Cut to see how much I bleed (Wumpscut)